ANKARA,
El Papa Francisco llegó este viernes a Turquía con el objetivo principal de seguir impulsando el diálogo ecuménico con el Patriarca Bartolomé y en el marco de la fiesta de San Andrés –hermano de San Pedro y fundador de la Iglesia en Constantinopla– que se celebra el 30 de noviembre; sin embargo, el inicio de este viaje ha coincidido con la fiesta de un mártir local: el joven monje San Esteban.
San Esteban nació en Constantinopla y es uno de los más famosos mártires de la persecución iconoclasta. Cuenta la historia que cuando tenía quince años, sus padres lo confiaron a los monjes del antiguo monasterio de San Auxencio, cerca a Calcedonia.
Tiempo después, cuando falleció el Egúmeno (Abad) Juan, Esteban elegido su sucesor. El monasterio consistía en una serie de celdas aisladas desperdigadas en la montaña. En ese sentido, el nuevo abad se estableció en una cueva de la cumbre, donde se dedicó a la oración y a copiar libros antiguos.
En aquel tiempo, siglo VIII, gobernaba el emperador Constantino V Coprónimo, que había decidido continuar la guerra a las imágenes declarada por su padre León III Isáurico.
Ante la oposición de los monjes, el emperador decidió tomar preso a Esteban, dada la gran influencia del joven abad.
Esteban fue encarcelado y enjuiciado en un monasterio de Crisópolis. Al trato cortés siguió la brutalidad. El joven –que se había opuesto al sínodo convocado por Constantino V en Hiera– preguntó cómo se atrevían a calificar de ecuménico un concilio que no había sido aprobado por los otros patriarcas y el Papa, y defendió tenazmente la veneración de las sagradas imágenes. Esto le costó ser desterrado a la isla de Proconeso.