VATICANO,
En su discurso a los participantes de la asamblea plenaria de los religiosos y los consagrados esta mañana, el Papa Francisco aseguró que "rezar no es perder tiempo, que adorar a Dios y alabarlo no es perder tiempo".
Así lo indicó el Santo Padre en sus palabras a los participantes de la plenaria de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, a quienes señaló: "díganles a los nuevos miembros, por favor, rezar no es perder tiempo, que adorar a Dios y alabarlo no es perder tiempo. Si nosotros, los consagrados, no nos detenemos cada día ante Dios en la gratuidad de la oración, el vino se volverá vinagre''.
El Papa hizo esta afirmación en relación al tema de la plenaria "Vino nuevo en odres nuevos''. A los casi 80 participante el Santo Padre dijo que "en la parcela de la viña del Señor representada por los que han elegido imitar a Cristo más de cerca mediante la profesión de los consejos evangélicos, ha madurado la uva nueva uva y se ha exprimido el vino nuevo".
"En estos días se han propuesto discernir la calidad y el sabor del 'vino nuevo' cosechado en la larga temporada de la renovación, y al mismo tiempo evaluar si los odres que lo contienen, representados por las formas institucionales presentes hoy en día en la vida consagrada, son adecuados para contener este 'vino nuevo' y favorecer su plena madurez".
"Como les he recordado otras veces no debemos tener miedo de dejar los 'odres viejos': es decir, de renovar los hábitos y las estructuras que, en la vida de la Iglesia y, por tanto, también en la vida consagrada ya no responden a lo que Dios nos pide hoy para que su Reino avance en el mundo: las estructuras que nos dan falsa protección y condicionan el dinamismo de la caridad y los hábitos que nos alejan del rebaño al que hemos sido enviados y nos impiden escuchar el grito de los que esperan la Buena Nueva de Jesucristo''.
El Santo Padre dijo luego que no escondan "los puntos débiles que puede tener la vida consagrada en nuestros días como la resistencia de algunos sectores al cambio, la menor fuerza de atracción, el importante número de abandonos, la fragilidad de algunas rutas de formación, el afán por las tareas institucionales y ministeriales a expensas de la vida espiritual, la difícil integración de la diversidad cultural y generacional, el problemático equilibrio en el ejercicio de la autoridad y en el uso de bienes".