VATICANO,
El Papa Francisco dedicó su catequesis de la audiencia general de este miércoles a reflexionar sobre el llamado universal a la santidad, recordó que "¡todos podemos ser santos!" y explicó las claves para vivir esto en la vida cotidiana.
En una mañana soleada en Roma, el Santo Padre recordó que "un gran don del Concilio Vaticano II es el de haber recuperado una visión decisión de la Iglesia fundada en la comunión, y haber entendido de nuevo el principio de la autoridad y de la jerarquía en esa perspectiva". Gracias a este hecho, se entiende mejor "que todos los cristianos, como bautizados, tienen una igual dignidad ante el Señor y los une la misma vocación, que es la de la santidad".
El Papa explicó luego las líneas generales de lo que significa el don de la santidad para cada persona: "antes que nada debemos tener muy presente que la santidad no es algo que nos procuramos nosotros, que obtenemos nosotros con nuestras cualidades y nuestras capacidades".
"La santidad es un don, es el don que nos hace el Señor Jesús, cuando nos toma consigo y nos reviste de sí mismo, nos hace como Él. En la Carta a los Efesios, el apóstol Pablo afirma que "Cristo ha amado a la Iglesia y se ha dado a sí mismo por ella, para hacerla santa", explicó el Santo Padre a los miles de congregados en la Plaza de San Pedro.
La santidad, prosiguió el Pontífice, "es el rostro más bello de la Iglesia: es redescubrirse en comunión con Dios, en la plenitud de su vida y de su amor. Se entiende, entonces, que la santidad no es una prerrogativa solo de algunos: la santidad es un don que se ofrece a todos, nadie está excluido, por eso constituye el carácter distintivo de todo cristiano".
A su parecer, "para ser santos, no es necesario por fuerza ser obispos, sacerdotes o religiosos. ¡Todos estamos llamados a ser santos!" y precisamente "muchas veces, tenemos la tentación de pensar que la santidad se reserva solo a los que tienen la posibilidad de separarse de los asuntos cotidianos, para dedicarse exclusivamente a la oración. ¡Pero no es así!", dijo enérgico el Papa.