MÉXICO D.F.,
"El amor y la ciencia al servicio del corazón", es el lema del Instituto Nacional de Cardiología (INC) de México desde que fue inaugurado en 1944. El sueño de su fundador, el doctor Ignacio Chávez, era crear un instituto que "fuera algo más que un hospital para cardiacos".
El SIAME refiere en una nota publicada el 11 de noviembre que para el Dr. Chávez, este recinto debía tener una alta calidad médica y una buena dosis de "calor humano", dirigido principalmente a los más necesitados. Por eso consideró fundamental que el personal gozara de valores morales y de un espíritu humanista un buen servicio. Tras 70 años, estos principios se mantienen.
Para lograr su objetivo, el Dr. Ignacio Chávez solicitó al entonces Presidente de la República, Manuel Ávila Camacho, permitir la incorporación de las religiosas de la Congregación de las Hermanas del Verbo Encarnado, que tenían prestigio como enfermeras en un hospital de Monterrey.
Desde entonces, estas religiosas "han brindado en todo momento los cuidados y atenciones necesarias para el restablecimiento de los enfermos", refiere la reseña histórica oficial del INC. "Nuestras enfermeras, mujeres admirables, han logrado el prodigio de entibiar el ambiente de las salas del hospital, y han sabido ser, para todos los enfermos, algo así como la caridad hecha sonrisa", decía de ellas el Dr. Chávez.
"Las hermanas siempre han estado en el instituto, caminando a la par, han crecido con él, su presencia ha sido el parámetro para nuestro esquema de atención humana al paciente, su legado es increíble", señala Norma Elia González Flores, jefa del Departamento de Apoyo Vital de la Dirección de Enfermería.
Sor Ema Téllez Muro, una de las cuatro religiosas que trabajan en el Instituto, cuenta que las primeras hermanas venían muy bien preparadas de Estados Unidos, por eso fueron las responsables de organizar todos los servicios en el nuevo hospital.