Cada 13 de noviembre, la Iglesia Católica celebra la Fiesta de Fray Diego de San Nicolás, O.F.M., conocido como San Diego de Alcalá. Por eso, en esta fecha tan especial, en la Catedral de Alcalá de Henares (España), se exponen sus reliquias. San Diego es patrono de los hermanos franciscanos legos.
Diego nació en San Nicolás del Puerto, Sevilla, en 1400. Siendo joven decidió responder al llamado de Dios y se hizo ermitaño. Más adelante, sería recibido como hermano lego en la Orden de los Franciscanos Frailes Menores de la Observancia.
Los franciscanos lo enviaron a las Islas Canarias como misionero. Allí asumió el puesto de portero y luego el de guardián. Ya desde aquellos días Diego evidenciaba lo compenetrados que estaban su corazón y su conducta con Cristo.
Quienes lo tuvieron cerca percibieron cuán generoso era y lo convirtieron en su referente para crecer en santidad. De esto se percataron los superiores de la Orden, quienes, a pesar de su condición de lego, lo nombraron vicario de la misión en Canarias, saltándose la regla que reservaba este tipo de cargos a los clérigos.
Con motivo del jubileo de 1450 en Roma y la canonización de Bernardino de Siena, Diego peregrinó a la Ciudad Eterna. Durante su estancia se produjo una epidemia que azotó la ciudad y Diego decidió quedarse para asistir a los enfermos.
Fueron tres meses los que el santo permaneció entre los romanos; meses en los que realizó numerosas curaciones milagrosas. Una de esas curaciones fue la de un niño que accidentalmente se había quedado dormido dentro de un horno que fue encendido repentinamente. Diego pidió a la Virgen María que cure al niño y solo en cuestión de segundos sus heridas desaparecieron.