Cada 12 de noviembre la Iglesia Católica celebra a San Josafat, mártir de la cristiandad, quien fuera obispo greco-católico ruteno (originario de la antigua y desaparecida “Rus de Kiev”) en el siglo XVII.
San Josafat de Lituania -como también es conocido- es considerado el patrono de la vuelta a la unidad entre cristianos ortodoxos y católicos, divididos por un cisma histórico (1054) que pese al paso de los siglos clama por una reconciliación definitiva.
Sacerdote católico de rito bizantino
Josafat (Juan) Kuncewicz nació en Volodimir de Volinia, ducado de Lituania, en 1580. Hijo de padres ortodoxos, vivió en tiempos en los que la Iglesia ortodoxa tradicional y la Iglesia greco-católica bielorrusa de rito griego se encontraban en una pugna constante. Esta última -de la que formaría parte Josafat- llegó a restablecer la plena comunión con Roma durante el Concilio de Florencia (1451-1452), reconociendo oficialmente el primado de Pedro sobre el resto de obispos.
Josafat se integró así al catolicismo y fue admitido en la Orden de San Basilio. Recibió el orden sacerdotal en el rito bizantino y posteriormente sería nombrado arzobispo de Polotsk (actual Bielorrusia).