En la Arquidiócesis de México, recientemente diez jóvenes realizaron sus votos perpetuos como religiosas de la Cruz del Sagrado Corazón de Jesús y escogieron vivir hasta el final de sus vidas en un convento. Pero, en la actualidad, ¿son necesarias las monjas de clausura?
Muchas veces cuando se piensa en este estilo de vida, las personas se imaginan a mujeres encerradas, alejadas del mundo, con problemas para relacionarse, frustradas o con alguna decepción amorosa, gente misteriosa que no hace nada productivo y que sólo se dedican a rezar.
El Papa Francisco, en su mensaje a las Monjas de Clausura que dio en su Visita Pastoral a Asís en el 2013, explicó que "la normalidad de nuestro pensamiento diría que esta religiosa está aislada, sola con el Absoluto, sola con Dios; es una vida ascética, penitente".
"Pero este no es el camino de una religiosa de clausura católica, ni siquiera cristiana. El camino pasa por Jesucristo, siempre… Las religiosas de clausura están llamadas a tener una gran humanidad… ser personas que saben comprender los problemas humanos, saben perdonar, saben pedir al Señor por las personas", enfatizó el Pontífice.
Este llamado del Santo Padre parece tenerlo muy presente la Coordinadora de la Unión de Contemplativas de la Arquidiócesis de México, Madre Guadalupe Labarthe, cuando en sus declaraciones a SIAME destacó que "la vocación a la vida contemplativa es un regalo de Dios a una persona que quiere centrar toda su vida en Jesús".
"Es una llamada al amor por el amor en Sí mismo; se trata de una vida sumamente sencilla, pero que está centrada en Jesús", explicó.