La práctica médica a veces requiere de situaciones extremas para subir un nuevo escalón, como la que se presentó en 1995 con las gemelas Brielle y Kyrie Jackson, hermanas que habían nacido a doce semanas de culminar el tiempo de gestación.
Ambas nacieron el 17 de octubre y en ese entonces el protocolo en Estados Unidos exigía que ambas fueran puestas en incubadoras diferentes para que no tuvieran contacto y así evitar alguna infección.
Sin embargo, mientras Kyrie se fortalecía y empezaba a ganar peso, su hermana empezaba a mostrar problemas en su respiración. Su nivel de oxígeno era bajo y no subía de peso.
Para el 12 de noviembre la situación de Brielle era peor. Sus pequeños brazos y piernas se tornaron azules mientras intentaba respirar. Su ritmo cardiaco se disparó y su familia, con lágrimas en los ojos, se preparaba para lo peor.
Los médicos intentaron todas las medidas conocidas, pero el estado de la bebé no mejoraba. Es ahí cuando la enfermera Nurse Gayle Kasparian acude donde la familia y les pide permiso para intentar un método conocido en Europa, pero casi desconocida en Estados Unidos: Colocar a ambas hermanas en la misma incubadora.
Aceptado por los padres, las niñas fueron puestas una al costado de la otra. Con las pocas fuerzas que tenía, Brielle se juntó a su hermana y su corazón comenzó a estabilizarse.