ROMA,
El Padre Natale Paganelli, misionero camiliano desde hace 31 años en Sierra Leona, compartió la dolorosa realidad que vive el país africano a causa del virus del ébola, que en todo el mundo ha acabado con la vida de 4.900 personas e infectado a otras diez mil.
En declaraciones al semanal italiano Tempi, el Padre Paganelli explica que los muertos y enfermos por ébola aumentan cada día. "Los datos del lunes pasado hablan de 500 muertes confirmadas solo al Norte. En el país los infectados son 3.624 con 1.044 muertos confirmados. La situación es realmente crítica", asegura.
"Aquí no se muere solamente, están cambiando las relaciones humanas, también los hospitales se han cerrado… Antes la malaria era una maldición, ahora si descubres tenerla suspiras de tranquilidad", denunció.
A la pregunta "¿no teme por su vida?", el sacerdote italiano responde que "la semana pasada tenía 39 de fiebre y me aislé para no poner en peligro a otras personas. No tenía miedo. Claro, no fue fácil, pero me puse en las manos del Señor y Le dije: 'Si ha llegado el momento, aquí estoy, tómame'".
Los primeros síntomas del virus en Sierra Leona aparecieron en mayo, los primeros casos se verificaron en la provincia de Kailahun, en la parte oriental del país. "Nos aseguraron que el virus permanecería aislado en ese área, decían que se habría resuelto todo rápidamente, en cambio… la situación era más grave de lo que pensábamos".
El P. Paganelli señala que muchos habitantes asociaron la enfermedad a la brujería y no tomaron las precauciones necesarias, agravando el riesgo de contagio. "Al principio muchas personas participaban también en los ritos fúnebres de los muertos por el virus, tocaban tranquilamente el cuerpo del difunto y se contagiaban. Por desgracia algunos siguen pensando igual", lamentó.