ERBIL,
Las bombas caen y el sonido de la explosión conmociona y transmite miedo a los corazones de las personas. En medio del sonido del llanto y de la actividad frenética, la gente empaca las pertenencias que puede llevar y se va en medio de la noche.
En medio de todo, se encuentra Martin Baani, un seminarista de 24 años. Se da cuenta que esta es la última batalla de Karamlesh.
Durante 1,800 años el cristianismo ha tenido un hogar en los corazones y mentes de los pobladores de la aldea, tan llena de antigüedad. Ahora, esa época está a punto de llegar a un calamitoso final; el Estado Islámico está avanzando.
El teléfono móvil de Martin suena: un amigo tartamudea la noticia de que el poblado cercano de Telkaif ha caído en manos de "Da'ash" -el nombre árabe del Estado Islámico. Karamlesh seguramente sería la siguiente.
Martin sale pronto de la casa de su tía, donde se está quedando, y se dirige a la cercana iglesia de San Addai. Él toma el Santísimo Sacramento, un fajo de papeles oficiales y sale de la iglesia. Afuera lo espera un automóvil. Su párroco, el P. Thabet, y tres sacerdotes más están dentro.
Martin entra y el auto acelera. Ellos dejan Karamlesh y los últimos remanentes de la presencia cristiana en el pueblo se van con ellos.