Durante todo el mes de octubre, la Iglesia Católica en el Perú se une para celebrar una tradición de raigambre virreinal, que ha calado profundamente en el alma y la cultura peruanas. Los católicos peruanos celebran al ‘Cristo de Pachacamilla’, el Señor de los Milagros. Una imagen del Gólgota pintada de una pared que convoca a una feligresía penitente, que ve en el Señor el bálsamo que cura sus heridas, que perdona sus pecados.
Aunque todo octubre está dedicado al Señor de los Milagros, ciertamente, la Iglesia lo conmemora de manera especial el día 28, fecha central de las festividades y de la procesión principal. Durante el mes son millones de fieles los que participan de la procesión y visitan el Santuario.
Cristo moreno
En el siglo XVII, en Perú, un grupo de esclavos traídos de Angola (África) formaron una cofradía religiosa en el lugar llamado Pachacamilla, a las afueras de la Lima virreinal. Allí los hombres y mujeres de raza negra levantaron una edificación muy sencilla, hecha de barro y caña, para poder reunirse cuando el trabajo se los permitiese: en el improvisado “galpón”, los esclavos podrían descansar, cantar, bailar y adorar a Dios de acuerdo a sus costumbres.
Para embellecer el lugar, sobre uno de los muros del recinto, uno de los esclavos angoleños -cuyo nombre se perdió en el tiempo- pintó una imagen de Jesús crucificado con la idea de que sea el Señor quien presida las reuniones de la cofradía. Sin saberlo, aquel hombre terminaría incorporando la cultura africana al sustrato cristiano de la nación peruana para siempre, no de manera forzada, sino según la libertad de la que gozan los hijos de Dios. Desde entonces, un lazo de amistad, fraternidad y auténtico mestizaje une a todas las sangres del Perú en torno a Cristo. La piel de Jesús en la imagen es negra, y por eso con cariño se le llama el ‘Cristo moreno’ del Perú.