Cada 12 de octubre se celebra a la Madre de Dios bajo la advocación de la Virgen del Pilar.
De acuerdo a una antigua tradición, el Apóstol Santiago llegó a la península Ibérica (España) para predicar el Evangelio; allí, mientras oraba, se le apareció la Virgen María, de pie, encima de un pilar o columna, en Zaragoza. Santa María vivía aún “en carne mortal”, por lo que se suele aludir a esta aparición como “la llegada de la Virgen”.
Aquel encuentro es el origen de una de las devociones más extendidas y hermosas que hay en la Iglesia católica: la advocación de Nuestra Señora del Pilar, símbolo de la hispanidad católica.
María, pilar sobre el que se sostiene la Iglesia
La historia sucedió así: alrededor del año 40 de la era cristiana, San Santiago Apóstol, en una noche de oración -un 2 de enero- a orillas del río Ebro, en Zaragoza, vio a la Madre de Jesús aparecer ante sus ojos, sobre una columna. Ella le pidió que se edifique en ese mismo lugar un templo dedicado a su santo nombre, y que el pilar sobre el que estaba parada sea colocado junto al altar.
"Este sitio permanecerá hasta el fin del mundo para que la virtud de Dios obre portentos y maravillas por mi intercesión con aquellos que imploren mi ayuda", le dijo la Virgen María a Santiago.