ROMA,
"Secuestraron a mi hermano sacerdote y después de pagar el rescate, lo mataron", fueron las palabras de Nabil Haddad, un cristiano de Yabrud (Siria), para denunciar la brutalidad del Estado Islámico (ISIS), que sigue ganando terreno en este país y en Irak.
"Mi hermano sacerdote fue secuestrado durante dos meses. Nos pidieron un rescate de 120.000 dólares. Tras reunir con dificultad el dinero, mi hermano fue asesinado. Trozaron su cuerpo. Me hicieron llegar su mano en una caja. Sé que mi hermano es mártir y está cuidando de mí ahora", expresó Haddad en un video difundido en junio por la organización católica Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN).
Este cristiano, padre de cinco hijos, lanzó un llamado a la comunidad internacional a apoyar a los miles de refugiados. "Los cristianos sirios somos originarios de esta tierra sagrada. Vivimos el peligro de esta guerra que nos expulsa de nuestra tierra. Vuestra ayuda para nuestras familias y nuestros hijos nos permitirá conservar nuestras iglesias, que son patrimonio humano, cultural y espiritual de este Oriente. Gracias", expresó.
Por su parte, la prensa internacional ha informado que el Estado Islámico ya controla la tercera parte de Kobani, la ciudad siria que limita con Turquía y que está próxima a Alepo. Sin embargo, las milicias kurdas siguen resistiendo, apoyadas por los bombardeos de la coalición liderada por Estados Unidos.
Mientras que en Irak, la coalición destruyó un convoy que se dirigía a Ramadi, en el norte del país, causando la muerte de doscientos yihadistas.
Según cálculos de Estados Unidos, el Estado Islámico cuenta con unos 30.000 miembros, incluyendo a radicales que llegan de otros países. Asimismo, este grupo se está financiando a través de la venta de petróleo en el mercado negro y ha impuesto la sharia (ley islámica) en los territorios donde ha proclamado un califato.