El P. Baho dijo que le había escrito a su compañero sacerdote de su parroquia en Roma sobre lo que estaban planeando hacer: "Hoy necesito hacer sonar las campanas que por una semana no han sonado. Tengo que hacer esto, incluso si es la última vez que suenan las campanas. Lo haré".
Cuando estaban entrando a Alqosh para celebrar la Misa, el sacerdote recordó como un joven le dijo "Padre, hoy lo vemos un poco más fuerte". Recordando cómo su compañero sacerdote de Roma le había prometido rezar un rosario por ellos, el P. Baho contestó al joven que "sí, hay gente que reza por nosotros, incluso si están lejos, están unidos a nosotros en oración".
"Para mí, este fue el día de salvación. Desde entonces, la gente comenzó a tener más esperanza. Diferentes familias regresaron a la ciudad. También, la guerra está a 10 kilómetros de la ciudad, pero la gente regresó. Así que cuando yo regrese, iré allá, a la parroquia, la próxima semana".
En su homilía durante la Misa, el P. Bajo explicó cuán a menudo vemos milagros para saber si Dios está o no con nosotros, pero que el gran milagro sucedió para ellos cuando más de 100 mil personas escaparon al mismo tiempo, y todos lograron salir "sanos y salvos".
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"Fue un éxodo, exactamente un éxodo. El tercer éxodo aquí. El Señor está verdaderamente con nosotros. Este es un verdadero milagro", continuó el sacerdote, observando cómo cuando todos escaparon de las llanuras de Nínive, alrededor de las 10 p.m., la única cosa visible eran las luces de los otros carros.
"Si puedes imaginarte 100 mil personas saliendo juntas y ni siquiera un accidente ocurre, esto es un verdadero milagro".
Muchos de los que asistieron a la valiente Misa en Alqosh filmaron el evento, en un video que fue presentado al Papa Francisco por el P. Baho y el matrimonio Hano durante su encuentro con él en su audiencia con los ancianos.
"Esto también nos dio la fuerza, él nos hizo sentir que está muy cerca de nosotros, y lo ha dicho muchas veces, y lo ha dicho ese día, 'yo estoy siempre cerca de ustedes, escucho sus sufrimientos y estoy unido a ustedes en oración'".
El sonido de las campanas de la iglesia de Alqosh en la Plaza de San Pedro, frente a las más de 4 mil personas presentes ese día, así como su transmisión a millones en todo el mundo, dio testimonio de la presencia cristiana en Irak por más de 2 mil años, dijo el sacerdote.
"Así que la voz que querían silenciar resonó aún más fuere. Y esto también dio esperanza".