Cada 2 de octubre, la Iglesia Católica celebra a los Santos Ángeles Custodios. El Catecismo de la Iglesia Católica enseña con toda claridad que la existencia de los ángeles constituye verdad de fe (cfr. CEC 327-328). Dice el artículo 327 del Catecismo: “La existencia de seres espirituales, no corporales, que la sagrada Escritura llama habitualmente ángeles, es una verdad de fe. El testimonio de la Escritura es tan claro como la unanimidad de la Tradición”.
Y, como sostenía San Basilio (c.330-379): “Todo fiel tiene junto a sí un ángel como tutor y pastor, para llevarlo a la vida”, refiriéndose al ángel custodio que, como confirma la tradición, vela por el bien y la salud espiritual de cada uno de los seres humanos.
Siempre a nuestro lado, siempre
San Basilio enseña precisamente que Dios ha dispuesto que toda alma no esté “sola”, sino que cuente con un protector con la misión específica de acompañar y guiar a una persona a lo largo de la vida. Esta tarea ha de cumplirse desde el momento de la concepción hasta la hora de la muerte.
Nuestro ángel custodio no nos abandona ni se aleja. Lamentablemente, la mayor parte del tiempo no somos conscientes de su presencia. Por eso, es una santa costumbre que cada 2 de octubre recordemos y celebremos la fiesta de los Ángeles custodios, nuestros guardianes.
La palabra “ángel” proviene del griego antiguo ἄγγελος [ángelos] voz que significa “mensajero”, o “el que lleva un encargo”.