VATICANO,
Mubarack Hano de 74 años de edad y su esposa Agnese de 68, un matrimonio expulsado de Kurdistán por el grupo terrorista ISIS, compartió esta mañana, en el Encuentro de ancianos y abuelos con el Papa Francisco en el Vaticano, su dramática experiencia de persecución en su ciudad natal en Irak.
"Nuestros hogares fueron destruidos y tuvimos que dejar todo", dijo Mubarack, ante el Papa que escuchaba con atención el relato.
El anciano iraquí recordó en su testimonio que en lugar de la cruz que estaba sobre la iglesia de su ciudad, ahora "flamea la bandera negra de la guerra santa (la yihad musulmana)", que se ha convertido en el símbolo de la destrucción que sigue esparciendo el Estado Islámico o ISIS, y que ha hecho que más de 100 mil personas huyan de sus casas en Irak.
Sobre estos ancianos que tienen diez hijos, uno de los cuales es sacerdote, el Papa Francisco dijo: "he escuchado los testimonios de algunos de ustedes, que presentan experiencias comunes a tantos ancianos y abuelos. Pero uno era diferente: el de los hermanos que vinieron desde Qaraqosh, escapando de una persecución violenta. ¡A todos ellos juntos les decimos "gracias" de forma especial! Es muy bello que ustedes hayan venido aquí hoy: es un don para la Iglesia. Y nosotros les ofrecemos nuestra cercanía, nuestra oración y nuestra ayuda concreta".
El Santo Padre afirmó asimismo que "la violencia contra los ancianos es inhumana, así como la que se comete contra los niños. ¡Pero Dios no los abandona, está con ustedes! Con su ayuda, ustedes son y seguirán siendo la memoria de su pueblo; y también para nosotros, para la gran familia de la Iglesia. ¡Gracias!"
"Estos hermanos nos dan testimonio de que aun en las pruebas más difíciles, los ancianos que tienen fe son como árboles que continúan dando frutos. Y esto vale también en las situaciones más ordinarias, donde, sin embargo, puede haber otras tentaciones, y otras formas de discriminación".