MADRID,
El Cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos ha destacado en la homilía de la ceremonia de beatificación de Mons. Álvaro del Portillo esta sábado en la capital española "la serena felicidad ante el dolor y el sufrimiento, una característica de los santos".
"El nuevo beato fue llamado desde joven a seguir a Cristo para ser después un diligente ministro de la Iglesia y proclamar en todo el mundo la gloriosa riqueza de su ministerio salvífico", ha dicho el Cardenal Amato.
Además, ha destacado que "son muchas las virtudes -como la fe, la esperanza y la caridad- que el Beato Álvaro vivió de modo heroico. Practicó estos hábitos virtuosos a la luz de las bienaventuranzas de la mansedumbre, de la misericordia, de la pureza de corazón. Los testimonios son unánimes. Además de destacar por la total sintonía espiritual y apostólica con el santo Fundador, se distinguió también como una figura de gran humanidad"
El Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos también ha recordado que el nuevo beato "era un ejemplo vivo de fidelidad al Evangelio, a la Iglesia, al Magisterio del Papa. Siempre que acudía a la basílica de San Pedro de Roma, solía recitar el Credo ante la tumba del Apóstol y una Salve ante la imagen de Santa María, Mater Ecclesiae".
Ha subrayado luego la delicadeza que Mons. del Portillo tuvo durante toda su vida: "Su delicadeza en el trato va unida a una riqueza espiritual excepcional en la que destacaba la gracia de la unidad entre la vida interior y afán apostólico infatigable".
Durante la homilía el Cardenal también ha afirmado que el nuevo beato "destacaba por la prudencia y rectitud al valorar los sucesos y las personas; la justicia para respetar el honor y la libertad de los demás, la fortaleza para resistir las contrariedades físicas o morales, la templanza, vivida como sobriedad, mortificación interior y exterior. El beato Álvaro transmitía el buen olor de Cristo -bonus odor Christi- que es el aroma de la auténtica santidad".