VATICANO,
Mons. Antoine Camilleri, Subsecretario para las Relaciones con los Estados, ha participado en la 58 ª Conferencia General del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) que se celebró el 22 de septiembre en Viena.
Nada más comenzar su intervención destacó que la Santa Sede valora y apoya todas las actividades del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) que contribuyan a un auténtico desarrollo humano y fomenten la paz y la prosperidad en todo el mundo.
De igual manera consideró que para sensibilizar a la opinión sobre esta cuestión - y difundir la labor de la OIEA- es necesario emplear mejor los medios de comunicación actuales y fomentar una cooperación más profunda con las autoridades civiles y políticas. Es más, la Santa Sede cree que las actividades de la OIEA son compatibles con el llamado del Papa del Francisco por la fraternidad que se articula en su Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz.
El Prelado reiteró que la ''prevención de la proliferación de las armas nucleares es de suma importancia para toda la humanidad. Sin embargo, el logro de este objetivo no puede ser la última palabra en lo que respecta a la paz: hay que poner un énfasis especial en el desarme nuclear en todo el mundo; un punto clave para todos los estados, especialmente para aquellos que poseen armas nucleares o que quieren desarrollarlas o adquirirlas. Además, es un objetivo que no adolece de falta de realismo'.
"Indudablemente -dijo- la realidad de la paz requiere un cambio de rumbo alcanzable mediante la toma de decisiones claras y firmes, y la voluntad de buscar y lograr el desarme nuclear''. Como en años anteriores, la Santa Sede exhorta a los gobiernos y a los científicos que participan en el campo de la defensa militar, ''a trabajar con perseverancia de cara al desarme'' y recuerda que este año se conmemora el centenario del inicio de la Primera Guerra Mundial y el septuagésimo quinto de la Segunda Guerra Mundial, cuyas terribles repercusiones siguen sintiéndose en nuestros días.
Mons. Camilleri habló del gran interés mundial del accidente en la central nuclear de Fukushima (Japón) en marzo de 2011 y de la reflexión que esa catástrofe llevó aparejada acerca de las garantías y el incremento de la seguridad nuclear.