TIRANA,
Durante el encuentro que sostuvo hoy el Papa Francisco con los sacerdotes, religiosos, religiosas, seminaristas y movimientos laicales en la Catedral San Pablo de Tirana, la hermana religiosa Franciscana Estigmatina, Sor María Kaleta (85) relató cómo en medio del brutal régimen comunista ella daba testimonio de fe.
Sor María contó al Santo Padre que desde muy joven había sentido el "llamado del Señor sin saber todavía lo que significaba ser religiosa", ella vivía con sus padres, era hija única y gracias a las oraciones y los consejos de su tío sacerdote, tuvo la ayuda "para emprender este camino".
La religiosa asistió al convento de las Hermanas Franciscanas Estigmatinas por siete años, pero por el régimen comunista se vio obligada a abandonarlo y regresó a su casa junto a sus padres y a asistir a su tío el sacerdote que estaba en prisión, quien ahora su nombre junto al de su amiga (la única mujer de la lista y hermana de su misma congregación) está en proceso de canonización.
Al morir sus padres, Sor María vivió sola y supo "mantener viva la fe en el corazón de los fieles aunque de manera clandestina. El Señor me ha regalado tanta fe que he podido ayudar también a otros bautizados, no sólo a los niños de los pueblos sino también de aquellos que se acercaban a mi puerta y sólo después de haber tenido la certeza que no me habían denunciado".
Recordó en particular la vez que regresando a casa del trabajo "por el camino sentí que una voz me llamaba, era una mujer con una niña en brazos que llegó corriendo y me pide bautizarla".
Sor María que aún era laica "tenía miedo porque sabía que era la mujer de un comunista y le dije que no tenía con qué bautizarla porque estábamos en la carretera, pero por el gran deseo que tenía me dijo que en el canal cercano había agua, yo le dije que no tenía con qué tomar el agua, pero ella insistía que yo bautizase a su niña, a continuación viendo su fe me quité el zapato que era de plástico y con él tomé el agua del canal y la bauticé".