22 de noviembre de 2024 Donar
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El trabajo en la viña del Señor es apasionante y el jornal es la gloria, afirma Obispo de Córdoba

Mons. Demetrio Fernández. Foto: Iglesia en Valladolid [CC-BY-SA-2.0], via Wikimedia Commons

El Obispo de Córdoba (España), Mons. Demetrio Fernández, ha enviado su carta pastoral semanal en la que explica la parábola de la viña del Señor, un trabajo que es "apasionante y el jornal no puede ser más desbordante".

En su carta, el Obispo dice que la viña del Señor es "la Iglesia, es el mundo entero" y precisa que "Dios nos llama a todos y cada uno a su viña, nos ofrece trabajo, nos da una misión. En la viña del Señor no hay paro, en la Iglesia y en nuestro mundo contemporáneo siempre hay tarea. Lo que hace falta son ganas de trabajar".

En esa explicación de la viña del Señor y del trabajo que se hace en ella Mons. Fernández indica que "el trabajo es la acción humana colaboradora con la obra de Dios. Ya desde la creación, Dios llamó al hombre para acabar su obra. El trabajo es trabajar-con, es poner al servicio de los demás las propias capacidades para hacer un mundo mejor" y asegura que en ese sentido "lo importante es responder cuando cada uno es llamado".

Las palabras del Evangelio en las que Jesús dice: "Id también vosotros a mi viña" son para el Obispo de Córdoba "una invitación y una llamada a trabajar por la expansión del Reino de Dios. Un reino de verdad y de vida, un reino de santidad y de gracia, un reino de justicia, de amor y de paz".

En esa viña, según afirma Mons. Fernández "somos llamados todos, a distintas horas, pero hay trabajo para todos" y además precisa que "para esta tarea, nunca es tarde si la dicha es buena".

Según explica el Obispo, en la parábola de la viña "el salario ajustado era de un denario por jornada, es decir, un precio altamente desproporcionado", algo que él explica como que "en la colaboración con Dios, a poco que pongamos, él lo multiplica por infinito. Nuestra colaboración ensancha nuestro corazón y lo capacita para llenarse de Dios".

"La recompensa final es el cielo, la vida eterna con él en la felicidad del cielo. Por eso, 'a jornal de gloria, no hay trabajo grande', repite un himno de vísperas, pues la gloria siempre será un premio desmesurado por parte de Dios, que lleva incluido un merecimiento por parte nuestra", afirma.

A la hora de repartir los jornales, "brota la envidia al compararse con otros, y en el fondo de la envidia está el considerarse menospreciado, querido menos", explica el Obispo. "La envidia es el único pecado que nunca produce gozo, y muchas de nuestras tristezas provienen de ahí, de compararnos con otros y sentirnos menos amados, menos afortunados", afirma.

"En la libertad de Dios, él reparte a cada uno los dones que considera oportunos. Cuando se oye decir que Dios ama a todos por igual, no es verdad. Dios ama a cada uno con amor desbordante, capaz de satisfacer con creces las necesidades de cada uno, pero dándole a cada uno su medida, que no es la misma para todos", resalta el Obispo de Córdoba.

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