Ustedes trabajan en la pastoral en diversas Iglesias del mundo, y se han reunido para reflexionar juntos sobre el proyecto pastoral de la Evangelii gaudium. En efecto yo mismo he escrito que este documento tiene un "significado programático y consecuencias importantes". Y no podría ser de otra manera cuando se trata de la misión principal de la Iglesia, o sea ¡evangelizar!
Hay momentos, sin embargo, en los que esta misión se vuelve más urgente y nuestra responsabilidad tiene necesidad de ser reavivada. Me viene a la mente, ante todo, las palabras del Evangelio de Mateo donde se dice que Jesús "viendo a la gente, sintió compasión porque estaban cansados y agobiados, como ovejas sin pastor". ¿Cuántas personas, en las tantas periferias existenciales de nuestros días, están "cansadas y agotadas" y espera a la Iglesia, ¡nos esperan a nosotros! ¿Cómo poderlas alcanzar? ¿Cómo compartir con ellas la experiencia de la fe, el amor de Dios, el encuentro con Jesús? Es esta la responsabilidad de nuestras comunidades y de nuestra pastoral.
El Papa no tiene la tarea de "ofrecer un análisis detallado y completo sobre la realidad contemporánea", sino invita a toda la Iglesia a acoger los signos de los tiempos que el Señor nos ofrece sin cesar. ¡Cuántos signos están presentes en nuestras comunidades y cuantas posibilidades nos pone el Señor adelante para reconocer su presencia en el mundo de hoy! En medio a realidades negativas, que como siempre hacen más bulla, nosotros vemos también tantos signos que infunden esperanza y dan valor.
Estos signos, como dice la Gaudium et spes, deben ser releídos a la a la luz del Evangelio: este es el "tiempo favorable", es el momento del compromiso concreto, es el contexto dentro del cual estamos llamados a trabajar para hacer crecer el Reino de Dios. ¡Cuánta pobreza y soledad lamentablemente vemos en el mundo de hoy! ¡Cuántas personas viven en gran sufrimiento y piden a la Iglesia ser signo de la cercanía, de la bondad, de la solidaridad y de la misericordia del Señor! Esta es una tarea que de manera particular compete a cuantos tienen la responsabilidad de la pastoral: al obispo en su diócesis, al párroco en su parroquia, a los diáconos en el servicio de la caridad, a los catequistas y a las catequistas en su ministerio de transmitir la fe.
En conclusión, todos aquellos que están comprometidos en los diversos ámbitos de la pastoral están llamados a reconocer y leer estos signos de los tiempos para dar una respuesta sabia y generosa. Ante tantas exigencias pastorales, ante tantos pedidos de hombres y mujeres, corremos el riesgo de asustarnos y de encerrarnos en nosotros mismos, en una actitud de miedo y defensa. Y de ahí nace la tentación de la autosuficiencia y del clericalismo, aquel modo de codificar la fe en reglas y normas, como hacían los escribas, los fariseos y los doctores de la ley del tiempo de Jesús.
Tendremos todo claro, todo ordenado, pero el pueblo creyente y en búsqueda continuará a tener hambre y sed de Dios. También, he dicho algunas veces que la Iglesia se parece a un hospital de campaña: tanta gente herida, tanta gente herida… que nos pide cercanía, que nos piden aquello que pedían a Jesús: cercanía, proximidad. Y con esta actitud de los escribas, de los doctores de la ley y fariseos, ¡jamás! - ¡jamás! daremos un testimonio de cercanía.