Cada 9 de septiembre la Iglesia Católica celebra a un santo con un potente mensaje sobre el auténtico trato humanitario y la dignidad -algo que solo puede entenderse cabalmente desde el Evangelio-: San Pedro Claver S.J. (1580-1654), defensor de los desposeídos.
“Ego Petrus Claver, aethiopum semper servus” (Yo, Pedro Claver, esclavo de los negros para siempre), escribió el santo en el acta de sus votos perpetuos. Así lo hizo porque su tiempo y circunstancias fueron las de la esclavitud y la trata de seres humanos provenientes de África. Pedro se consagró a ellos porque aprendió a ver a Cristo en cada uno de ellos.
De Cataluña a Cartagena de Indias
Claver fue un jesuita de origen catalán -su nombre de pila fue Pere Claver Corberó- quien, como misionero en Cartagena (Colombia), se convirtió en el protector de la población negra esclavizada y de todos los sometidos a la servidumbre injusta o a los maltratos. Vivió en el puerto de Cartagena de Indias (en ese momento el Nuevo Reino de Granada), tristemente célebre por haberse convertido en el centro negrero más grande del Nuevo Mundo.
Pedro nació en Verdú (España) el 26 de junio de 1580. A los 19 años fue aceptado en la Compañía de Jesús y años más tarde, con los estudios y la formación avanzada, fue enviado como misionero a Nueva Granada (hoy República de Colombia) y ordenado sacerdote en Cartagena en 1616.