Cada 11 de septiembre se celebra a la Virgen Santísima bajo la advocación de Nuestra Señora de Coromoto, Patrona de Venezuela.
Una Madre que conoce a sus hijos
Cuenta la tradición que, después de la llegada de los españoles a la región de Guanare (Venezuela) en 1591, los indios de la tribu de los cospes, habitantes de la región, decidieron abandonar su tierra y trasladarse hacia la zona del río Tucupido con el propósito de no tener contacto con los foráneos y sus costumbres.
La situación se mantuvo así por décadas hasta que un día del año 1651, el cacique Coromoto, jefe de los cospes, tuvo una extraordinaria visión. El líder pudo ver con asombro, sobre la quebrada del río, la imagen de una hermosísima mujer. Acercándose de inmediato al lugar, acompañado de su esposa, el cacique se percató que aquella misteriosa mujer estaba mirándolos con una dulce expresión en el rostro, mientras que parecía desplazarse por encima de las aguas.
La mujer llevaba, además, a un niño sonriente entre los brazos.
Cuando Coromoto alcanzó a acercarse lo suficiente a ella, escuchó una voz que le decía: “Sal del bosque junto con los tuyos y ve donde los blancos para que reciban el agua sobre la cabeza y puedan entrar en el cielo”.