VATICANO,
Durante la Audiencia General celebrada en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco abordó este miércoles la maternidad de la Iglesia e invitó a seguir el ejemplo de María, "el modelo más bello y más alto que pueda existir", donando generosamente el tesoro precioso del Evangelio tal como lo "hace una mamá".
Ante los miles de fieles, el Pontífice afirmó que "la maternidad de María es ciertamente única, singular, y se ha cumplido en la plenitud de los tiempos, cuando la Virgen dio a la luz el Hijo de Dios, concebido por obra del Espíritu Santo. Y, sin embargo, la maternidad de la Iglesia se coloca precisamente en continuidad con aquella de María, como su prolongación en la historia".
En ese sentido, llamó a los católicos a dar testimonio valiente de la maternidad de la Iglesia, que "es capaz de dar la vida por sus hijos" y de infundir esperanza.
A continuación el texto completo gracias a la traducción de Radio Vaticana:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! en las precedentes catequesis hemos tenido ocasión de remarcar varias veces que no nos hacemos cristianos por sí mismos, es decir con las propias fuerzas, en modo autónomo, ni siquiera nos hacemos cristianos en laboratorio, pero que se es generados y hechos crecer en la fe al interior de aquel gran cuerpo que es la Iglesia. En este sentido, la Iglesia es de verdad madre, ¡nuestra Madre Iglesia! ¿Es bello decirlo así, eh? Nuestra Madre Iglesia. Una madre que nos da vida en Cristo y que nos hace vivir con los otros hermanos en la comunión del Espíritu Santo.
1. En esta maternidad suya, la Iglesia tiene como modelo a la Virgen María, el modelo más bello y más alto que pueda existir. Es lo que ya las primeras comunidades cristianas han sacado a la luz y el Concilio Vaticano II ha expresado en modo admirable. La maternidad de María es ciertamente única, singular, y se ha cumplido en la plenitud de los tiempos, cuando la Virgen dio a la luz el Hijo de Dios, concebido por obra del Espíritu Santo. Y, sin embargo, la maternidad de la Iglesia se coloca precisamente en continuidad con aquella de María, como su prolongación en la historia.