MADRID,
Hasta ahora más de un millón de personas han huido de sus hogares en el norte y centro de Irak a medida que los extremistas musulmanes sunitas del Estado Islámico (IS) han ocupado áreas enteras de la región.
Muchos de quienes han huido son cristianos, yazidíes y musulmanes chiítas, comunidades especialmente señalados por los ataques yihadistas. El conflicto ha provocado el cierre de los centros de Cáritas Irak en las zonas de Qaraqosh, Bartilla y Alqosh.
Muchos de los empleados de la Cáritas local están ahora en Erbil, donde llevan a cabo la distribución de ayuda de emergencia a los desplazados que se han instalado de manera temporal en iglesias y otros centros de acogida. De esta manera, la red Cáritas ha comenzado a proveer asistencia en las ciudades de Dohuk y Zajo, cerca de las fronteras con Turquía y Siria, donde se han asentado cientos de miles de personas pertenecientes a las comunidades cristianas y yazidíes.
El director ejecutivo de Cáritas Irak, Nabil Nissan ha hecho un llamamiento a la comunidad internacional para que cese la violencia y el terrorismo. "Esta enorme crisis humanitaria en Iraq ha obligado a muchas familias a abandonar sus propiedades y los medios básicos para sobrevivir. Están desesperados y frustrados. Piensan que el mundo no se está movilizando con la suficiente rapidez para poner fin a esta tragedia humana", asegura en su carta.
Y precisa que "después de que los grupos extremistas asaltaran sus ciudades, las familias, incluyendo el personal local de Cáritas, no tuvieron otra alternativa que huir para poner a salvo sus vidas. Algunas se dirigieron a la región del Kurdistán, donde han tenido que esperar hasta 8 horas en los puestos de control debido a la superpoblación de la zona".
Nissan ha lamentado que "esta es la primera vez que el personal de Cáritas Iraq ha tenido que abandonar su misión humanitaria y su trabajo cotidiano con los más pobres", y ha calificado este hecho como "algo que nos produce un intenso dolor".