SEÚL,
Paul Yun Ji-Chung, quien junto a sus 123 compañeros mártires fueron beatificados hoy por el Papa Francisco en Corea, fue condenado a muerte junto a su primo por rechazar los ritos ancestrales confucianos y por no delatar a otros católicos.
Paul nació en 1759 en una familia noble de Janggu-dong, Jinsan, Jeolla. Fue hermano mayor de Francis Yun Ji-heon, quien fue martirizado en Jeonju durante la persecución de Shinyu de 1801.
Siendo inteligente y confiable, se dedicó a estudiar desde pequeño y en este contexto conoció la fe católica por medio de un familiar.
Después de estudiar la doctrina católica por tres años, fue bautizado en 1787. Luego le enseñó el catecismo a su madre, a su hermano Francis Yun y a su primo James Gwon. Del mismo modo, junto a Augustine Yu, un pariente político, intentó proclamar el Evangelio.
En 1790, ante el decreto del Obispo de Pekín, A. Gouvea, que prohibía la práctica de ritos ancestrales, Paul y su primo James quemaron la tableta ancestral. Tiempo después muere su madre, quien había pedido ser enterrada según el rito católico, en vez del rito confuciano.
La noticia de que Paul no había ofrecido el rito fúnebre tradicional y que había quemado la tableta ancestral corrió rápidamente y llegó hasta la corte real, que decide encarcelarlo junto a su primo James.