SEÚL,
En el segundo día de su visita a Corea del Sur, el Papa Francisco exhortó a los jóvenes que participan en la VI Jornada de la Juventud Asiática a llevar a Cristo a este mundo donde se quiere robar la esperanza. En su discurso –en cuya parte final dejó de lado el texto oficial- alentó a los jóvenes a confiar siempre en la misericordia de Dios y pidió por la unidad de la península coreana.
A continuación, el discurso completo. La parte en letras cursivas pertenece a las palabras espontáneas del Pontífice:
Queridos jóvenes amigos:
«¡Qué bueno es que estemos aquí!». Estas palabras fueron pronunciadas por san Pedro en el Monte Tabor ante Jesús transfigurado en gloria. En verdad es bueno para nosotros estar aquí juntos, en este Santuario de los mártires coreanos, en los que la gloria del Señor se reveló en los albores de la Iglesia en este país. En esta gran asamblea, que reúne a jóvenes cristianos de toda Asia, casi podemos sentir la gloria de Jesús presente entre de nosotros, presente en su Iglesia, que abarca toda lengua, pueblo y nación, presente con el poder de su Espíritu Santo, que hace nuevas, jóvenes y vivas todas las cosas.
Les doy las gracias por su calurosa bienvenida y por el don de su entusiasmo, sus canciones alegres, sus testimonios de fe y las bellas manifestaciones de sus variadas y ricas culturas.
Gracias, especialmente, a los tres jóvenes que han compartido sus esperanzas, inquietudes y preocupaciones; las he escuchado con atención, y no las olvidaré. Agradezco a monseñor Lazzaro You Heung-sik sus palabras de introducción y les saludo a todos ustedes desde lo más hondo del corazón.