BUENOS AIRES,
Los obispos que participan de la 168° reunión de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), pidieron que en las Misas del fin de semana se rece por el fin de la persecución religiosa de cristianos y otras minorías en Irak, pues no se puede permanecer indiferente ante la tragedia que viven en estos momentos miles de personas bajo el extremismo del Estado Islámico (ISIS).
"Las imágenes que nos llegan desde Irak por los medios de comunicación, nos hacen testigos de un drama humano al que no podemos ser indiferentes", expresaron en un comunicado difundido este miércoles.
Los obispos indicaron que "la violenta persecución a las comunidades cristianas que se desencadenó en estas últimas semanas en el norte de ese país, presentan el doloroso rostro de un pueblo que padece a raíz de la intolerancia de un grupo con sus semejantes. Ancianos, niños y mujeres embarazadas son tratados con un rigor inhumano y ya son numerosos los muertos en ese destierro forzado".
"El Papa Francisco –recordaron-, oró por ellos diciendo: 'Nuestros hermanos son perseguidos, son expulsados, deben dejar sus casas sin tener la posibilidad de llevarse nada consigo. A estas familias y a estas personas quiero expresarles mi cercanía y mi constante oración. Queridos hermanos y hermanas perseguidos, yo sé cuánto sufren, yo sé que han sido despojados de todo. ¡Estoy con ustedes en la fe en Aquel que venció el mal!'".
Los obispos argentinos advirtieron que la historia ha enseñado "que la intolerancia viene de la mano con la más cruel de las violencias, y lo primero que se pierde es la paz, tan necesaria para la convivencia humana. Las naciones que no aceptan ni valoran la pluralidad religiosa se aíslan de la comunidad internacional y se cierran a la cultura del encuentro. Lo que es más grave, para llevar a cabo su crueldad, invocan el nombre de Dios, que es Padre de todos los hombres".
Por el contrario, cuando se respira la libertad religiosa y la tolerancia virtuosa ordena la convivencia humana entre distintas confesiones, nos permiten aspirar a un mundo más humano, bello y posible, para que todos podamos profesar libremente nuestros ideales trascendentes y vivir la dimensión espiritual del amor a Dios y al prójimo. Nunca la fe en Dios puede justificar la violencia, la discriminación y la muerte".