VATICANO,
Al presidir hoy el rezo del Ángelus, ante los miles de fieles congregados en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco destacó que el milagro de la multiplicación de los panes y pescados, que presenta el Evangelio de hoy, trae tres mensajes, "Compasión, compartir, Eucaristía", y señaló que Dios no nos hace faltar el pan de cada día si sabemos compartirlo como hermanos.
El Santo Padre señaló que "este domingo, el Evangelio nos presenta el milagro de la multiplicación de los panes y los pescados. Jesús lo realizó a lo largo del Mar de Galilea, en un lugar aislado donde se había retirado con sus discípulos después de enterarse de la muerte de Juan el Bautista".
"Muchas personas los siguieron y los alcanzaron; y Jesús, al verlos, sintió compasión y curó a los enfermos hasta la noche. Entonces los discípulos, preocupados por la hora tardía, le sugirieron despedir a la muchedumbre para que ella pudiese ir a las ciudades a comprarse lo necesario para comer. Pero Jesús, tranquilamente, les respondió: 'Denles de comer ustedes mismos'; y haciéndose traer cinco panes y dos pescados, los bendijo, y comenzó a partirlos y darlos a los discípulos, quienes los distribuían a la gente. Todos comieron hasta saciarse e incluso, ¡sobró!".
Francisco destacó que "en este hecho podemos captar tres mensajes. El primero es la compasión. Frente a la multitud que lo busca y - por así decirlo – "no lo deja en paz", Jesús no reacciona con irritación. No dice "esta gente me da fastidio". No, no. Reacciona con un sentimiento de compasión, porque sabe que no lo buscan por curiosidad, sino por necesidad".
"Pero estemos atentos: compasión, lo que siente Jesús, no es simplemente sentir piedad. ¡Es más! Significa 'padecer con', es decir, compenetrarse en el sufrimiento del otro, al punto de tomarlo sobre sí. Así es Jesús, sufre junto a nosotros, sufre con nosotros, sufre por nosotros".
El Papa, citado por Radio Vaticano, señaló que "el signo de esta compasión son las muchas sanaciones que realizó. Jesús nos enseña a anteponer las necesidades de los pobres a las nuestras. Nuestras exigencias, aunque legítimas, nunca serán tan urgentes como las de los pobres, que carecen de lo necesario para vivir".