ROMA,
Ya no queda una familia cristiana en la ciudad iraquí de Mosul. La última que quedaba era una mujer discapacitada, a quien los yihadistas del Estado Islámico (ISIS), dijeron que tenía que irse si no quería ser decapitada. Previamente su casa, como la de todos los demás cristianos, había sido marcada con la letra "nun", la N del alfabeto árabe para identificarlos como los seguidores de Cristo, el "Nazareno".
Esta es la realidad que vive desde hace meses la minoría cristiana en Irak, desde que el grupo extremista musulmán –vinculado en sus comienzos a Al Qaeda-, iniciara su avance en este país y en Siria con el objetivo de imponer un califato y gobernar con la sharia o ley islámica, la cual obliga a los "infieles" a convertirse al Islam, pagar la jizya (el impuesto para los no musulmanes), o de lo contrario ser asesinados.
En el caso de Mosul –la segunda ciudad más importante de Irak-, la amenaza se concretó el pasado 18 de julio. Para ese día ya las viviendas, iglesias y demás propiedades de los cristianos habían sido marcadas con la letra "nun".
Así, bajo amenaza de muerte si no renunciaban a su fe, miles de fieles debieron dejar la ciudad. "Hemos dejado todo en Mosul. Solo pudimos traer lo que llevábamos en el cuerpo, documentos y unas pocas bolsas; esto es todo lo que nos ha quedado. No sé si podremos volver algún día. Tampoco sé qué nos deparará el futuro", dijo Habib, un católico caldeo.
Por su parte, una madre con cuatro hijos lamentó que "en Oriente Próximo no hay lugar para nosotros, los cristianos". "¿Adónde podrán ir? Nada nos ata ya a Irak. Primero la guerra de 2003; después los desórdenes, cuando los cristianos nos convertimos en el blanco de fanáticos. Y ahora esto: queremos irnos cuanto antes a Occidente", expresó.
Ya con el control de la ciudad, los miembros del ISIS se han apoderado de los edificios religiosos. Incluso, según indicó a Radio Vaticana el 19 de julio el patriarca de la Iglesia Católica Siria, Ignace Joseph III Younan, los yihadistas incendiaron el obispado local.