Cada 1 de agosto la Iglesia Católica celebra a San Alfonso María de Ligorio, patrono de los maestros de teología moral y de los confesores. También es patrono de los abogados católicos, de los enfermos de artrosis y de las ciudades italianas de Pagani y Nápoles (de esta última es copatrono).
San Alfonso ostenta el título de Doctor de la Iglesia, concedido por el Papa Pio IX, en 1871, en virtud de sus numerosos escritos teológicos, en particular por los dedicados a la enseñanza moral cristiana. Sus obras lo hicieron muy conocido y respetado en vida, y hoy se le cuenta entre los santos más populares del siglo XVIII.
Devoción e iconografía
A San Alfonso se le representa generalmente con el crucifijo en las manos, encorvado -padeció una terrible dolencia que le deformó la espalda-, rodeado de libros, un rosario, y acompañado de una imagen de la Santísima Virgen María, por quien profesó la más profunda de las devociones.
Su nombre, ‘Alfonso’, tiene origen germánico y significa ‘listo para el combate’, ‘el que está dispuesto'; curiosamente, su vida terminó siendo la realización del significado del nombre que sus padres escogieron para él.