LIMA,
Al presidir la Misa y Te Deum por el 193 aniversario de la Independencia del país, en la que participaron el presidente Ollanta Humala y su esposa Nadine Heredia, junto a los ministros de Estado, el Arzobispo de Lima y Primado del Perú, Cardenal Juan Luis Cipriani, destacó la importancia de la defensa de la vida y la familia pues "son el soporte de una sociedad" y explicó que una "sana laicidad" no comprende la expulsión de la Iglesia del debate público.
El Arzobispo de Lima señaló que "en el proceso de formación del derecho sobre instituciones esenciales que son el soporte de una sociedad, es obligación de un espíritu democrático responsable buscar los criterios para su orientación, más allá de simples mayorías".
"Me refiero, por ejemplo, a las normas sobre la protección y respeto irrestricto a la dignidad de toda vida humana desde su concepción hasta su término natural, reconocidas en la Constitución; a las normas que rigen la institución del matrimonio entre varón y mujer; a la promoción y defensa de la familia, como célula fundamental de la sociedad; al derecho a tener acceso a una educación en valores, cuya principal responsabilidad recae en los padres de familia; entre otras".
A un mes de que se postergara la votación por la "unión civil" homosexual y el gobierno de Perú aprobara el protocolo de aborto "terapéutico", el Cardenal Cipriani denunció que "la llamada 'ideología de género' ha invadido el campo cultural, queriendo imponer su particular concepción antropológica, sin aceptar un sano diálogo sobre una materia sumamente importante para la organización de la sociedad desde sus raíces".
En este marco, advirtió, "hay personas que desean que la voz de la religión se silencie, o al menos que se relegue a la esfera meramente privada. El derecho a la libertad religiosa incluye la expresión pública de la Fe, como incluye la expresión pública del culto a Dios y las expresiones públicas de religiosidad popular, como es la procesión del Señor de los Milagros".
"Paradójicamente, hay otras personas que, a título de suprimir la discriminación, pretenden obligar a los cristianos, que desempeñan o no una función pública, a que actúen en contra de sus conciencias. Esto es imposible, porque se iría contra la dignidad de la persona que está en su conciencia rectamente formada. La defensa de la doctrina cristiana es un signo del legítimo papel de la religión en la vida social".