VATICANO,
Al presidir ayer la Misa por la fiesta de Santa Ana en la localidad de Caserta, al sur de Italia, ante más de doscientas mil personas, el Papa Francisco indicó que dar darle el primer lugar a Dios en la propia vida significa decirle no al mal, así como a la corrupción y a la ilegalidad.
El Santo Padre señaló que "dar el primado a Dios significa tener el coraje de decir no al mal, no a la violencia, no a los abusos, para vivir una vida de servicio a los demás y en favor de la legalidad y del bien común".
"Cuando una persona descubre en Dios, el verdadero tesoro, abandona un estilo de vida egoísta y busca compartir con los demás la caridad que viene de Dios. Quien se vuelve amigo de Dios, ama a los hermanos, se compromete en salvaguardar sus vidas y su salud respetando también el ambiente y la naturaleza".
Francisco recordó que "hoy cuando llegue aquí, uno de ustedes se acercó y me dijo: ¡Padre danos la esperanza! Yo no puedo darles la esperanza. Pero puedo decirles: donde está Jesús, está la esperanza, donde está Jesús los hermanos se aman, se comprometen a salvaguardar sus vidas, su salud, también respetando el ambiente y la naturaleza, y ésta es la esperanza que no desilusiona jamás, aquella que da Jesús".
"Esto es particularmente importante en esta su hermosa tierra que reclama ser tutelada y preservada, reclama el coraje de decir no a toda forma de corrupción e ilegalidad. Y todos sabemos el nombre de estas formas de corrupción y de ilegalidad".
El reino de los cielos que Jesús enuncia en sus parábolas, dijo el Papa, "es la alegría de cada uno de nosotros cuando descubrimos la cercanía y la presencia de Jesús en nuestra vida. Una presencia que transforma la existencia y nos abre a las exigencias de los hermanos; una presencia que invita a acoger toda otra presencia, también aquella del extranjero y del inmigrante. Es una presencia acogedora, alegre, fecunda, así es el reino de Dios dentro de nosotros".