LOS ÁNGELES,
El drama de los niños migrantes es "un desafío humanitario a nuestra conciencia", expresó el Arzobispo de Los Ángeles (Estados Unidos), Mons. José Gómez, al exhortar a las autoridades del país a dejar de lado las diferencias políticas para hallar una solución a la situación de los miles de menores ilegales que cruzaron la frontera huyendo de la pobreza y violencia de sus lugares de origen.
Según datos oficiales, desde octubre han cruzado la frontera unos 52.000 niños y adolescentes de manera ilegal, siendo interceptados por la Patrulla Fronteriza y enviados a albergues temporales –a los que se han sumado las iglesias–, hasta que "sus casos puedan ser revisados por los tribunales de inmigración".
"Aquí en la Arquidiócesis de Los Ángeles, tenemos varios cientos de adolescentes indocumentados en la base naval de Port Hueneme. En su mayoría proceden de Guatemala, El Salvador y Honduras", informó Mons. Gómez en su última columna publicada en ACI Prensa.
"Nuestra Iglesia –indicó el Prelado-, ha tratado de responder a esta situación con un espíritu de cooperación y generosidad. Hasta ahora, ha sido un poco frustrante el tratar de trabajar con las autoridades para brindar atención pastoral a estos niños, pero seguimos intentándolo".
"Estos tiempos, tanto para la Iglesia como para la nación, nos llaman a dejar de lado nuestras diferencias políticas para ponernos al servicio de nuestros hermanos y hermanas necesitados", afirmó.
El Arzobispo recordó que estos niños y adolescentes son hijos de Dios. "No son diferentes de nuestros hijos e hijas, de nuestras sobrinas, sobrinos o primos", y necesitan ser protegidos de los traficantes de personas. "Tenemos que ofrecerles orientación, calidez y ayudar a que se sientan bienvenidos. Sea como sea, tenemos que recordar que son niños inocentes que se sienten solos, están asustados y lejos de su casa, atrapados por circunstancias que ellos no crearon y que no pueden controlar".