BUENOS AIRES,
El Arzobispo de Tucumán, Mons. Alfredo Zecca, aseguró que "ser nación implica haber podido trabajar duro –y juntos– más allá de las legítimas diferencias y desencuentros que hubo, hay y siempre habrá, en la búsqueda de un bien que por ser común implica una totalidad que, paradójicamente, es superior a la mera suma de las individualidades" y advirtió que la unidad es "indispensable" para ser nación.
El Prelado presidió el solemne tedeum por el 9 de Julio en la Catedral Nuestra Señora de la Encarnación, adonde acudieron autoridades nacionales, provinciales y municipales.
"Si no hay unidad no hay nación. Así de simple y así de dramático. La común identidad que, de ninguna manera es uniforme sino plural, es una exigencia indispensable para ser pueblo, para ser nación. Más aún, es precisamente esa unidad la que nos permite abrirnos al mundo con rostro propio, con fortaleza y vigor, con un proyecto definido y comprometido para beneficiar a todos y, al mismo tiempo, proteger especialmente a los más vulnerables", sostuvo.
Mons. Zecca destacó que los padres de la Patria hayan optado fundar la nación teniendo en cuenta a Dios y que la Constitución de 1853 se haya consagrado "invocando la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia", porque, afirmó, "este matiz particular forma parte de nuestra identidad, de nuestra idiosincrasia como argentinos. Está en nuestra forma de ser, en nuestra historia, en las ideas y sentimientos que edificaron este bendito país".
"De este modo la Argentina se abrió al mundo con una actitud de generosidad, de acogida e integración de todos los hombres que quisieran habitar su suelo, actitud que tiene, en su mismo fundamento, a Dios y a la religión cristiana", subrayó.
El Prelado aclaró que "no afirmo esto por razones meramente históricas. Lo afirmo porque, precisamente, Dios y la religión, son la clave de bóveda de una cultura, clave donde se decide, para bien o para mal, el destino de una nación. Al reconocer nuestros Padres a Dios como 'fuente de toda razón y justicia', lo reconocieron como el fundamento más profundo de nuestro ser nación, destinado a influir, necesariamente, en todos los restantes ámbitos de la cultura. No es lo mismo, en efecto, edificar un pueblo desde Dios, que intentar hacerlo sin Él".