ROMA,
"La fuga de los musulmanes de Centro-áfrica es un problema grave. Si no queremos que asimilen a los cristianos con aquellos que les han hecho daño, deben ser ayudados por los cristianos. Tenemos que actuar con rapidez si no queremos que la convivencia entre nosotros se convierte solo en una ilusión", afirma Mons. Dieudonné Nzapalainga.
En declaraciones al diario francés "La Croix" recogidas por la agencia vaticana Fides, el Prelado se refirió así en su visita a 600 musulmanes acampados en Yaloké, una ciudad a unos cien kilómetros de la capital de la República Centroafricana.
Mons. Nzapalainga, Arzobispo de Bangui ha conducido personalmente su camioneta, que forma parte de un convoy de ayuda humanitaria organizada por la Iglesia católica en favor de los 600 refugiados de Yaloké. Lo acompañaba una delegación de líderes religiosos liderados por el Imam de Bangui, Oumar Kobine Layama.
Conduciendo otro coche estaba la hermana Julietta, una religiosa oriunda de Corea del Sur de la congregación religiosa de Saint-Paul de Chartres, responsable del centro de salud de Notre-Dame de Fátima en Bangui. Junto a ella estaban otras dos enfermeras.
En el campamento de refugiados Mons. Nzapalainga ha tratado de tranquilizar a los desplazados: "Estoy aquí con el imán que he acogido en mi casa durante cinco meses. No es suficiente decir 'Tenemos que vivir juntos', sino que tenemos que traducir estas palabras en acciones concretas".
La situación sigue siendo precaria en Yaloké, pero el Arzobispo, al retomar el camino de regreso a Bangui, ha prometido, "volveremos pronto, no os abandonaremos".