VATICANO,
El Papa Francisco culminó este miércoles su catequesis sobre los dones del Espíritu Santo abordando en esta ocasión el don de temor de Dios, el cual –afirmó-, ayuda al fiel a estar alerta cuando está yendo por la senda del pecado y no es, como usualmente se cree, un llamado a tener miedo a Dios, pues sabemos que es un Padre "que nos ama y quiere nuestra salvación y siempre perdona: ¡siempre!".
Bajo el sol de Roma, el Papa dirigió la Audiencia General ante una Plaza de San Pedro llena de fieles, a quienes explicó que este don "nos recuerda lo pequeños que somos delante de Dios y de su amor, y que nuestro bien consiste en abandonarnos con humildad, respeto y confianza en sus manos". "Es un don que nos hace cristianos convencidos, entusiastas, que no se quedan sometidos al Señor por miedo, sino porque están conmovidos y conquistados por su amor".
A continuación el texto completo de la catequesis gracias a la traducción de Radio Vaticana:
Queridos hermanos y hermanas:
El don del temor de Dios, del que hablamos hoy, concluye la serie de los siete dones del Espíritu Santo. Esto no significa tener miedo de Dios: ¡no, no es eso! Sabemos bien que Dios es Padre y que no ama y quiere nuestra salvación y siempre perdona: ¡siempre! ¡Así que no hay razón para tener miedo de Él! El temor de Dios, en cambio, es el don del Espíritu que nos recuerda lo pequeños que somos delante de Dios y de su amor, y que nuestro bien consiste en abandonarnos con humildad, respeto y confianza en sus manos. ¡Esto es el temor de Dios: este abandono en la bondad de nuestro Padre que nos quiere tanto!
1. Cuando el Espíritu Santo toma morada en nuestro corazón, nos da consuelo y paz, y nos lleva a sentir como somos, es decir, pequeños, con aquella actitud - tan recomendada por Jesús en el Evangelio – de quien pone todas sus preocupaciones y sus esperanzas en Dios y se siente envuelto y apoyado por su calor y protección, ¡igual que un niño con su papá! Y es éste el sentimiento: es lo que el Espíritu Santo hace en nuestros corazones: nos hace sentir como niños en los brazos de nuestro papá.