La muerte de Lakisha Wilson, una joven de 22 años, ha expuesto nuevamente que la industria del aborto no solo acaba con la vida de los niños en el vientre, sino que pone en grave peligro la vida de las madres que se someten a este procedimiento, promocionado como "seguro" por organizaciones abortistas como Planned Parenthood.
Lakisha Wilson falleció el 21 de marzo en la clínica de abortos Preterm, en Cleveland, estado de Ohio (Estados Unidos), pero fue trasladada al University Hospital Case Medical Center, donde se le dio soportes vitales para extraer sus órganos.
Recientemente, Troy Newman, presidente de la organización pro-vida Operation Rescue (Operación Rescate), señaló que "la Mesa de Trabajo Médica del Estado y el Departamento de Salud de Ohio son los que deben determinar si los estándares médicos se incumplieron en la muerte de la señorita Wilson, y sabemos que sus investigaciones están avanzando en este momento".
"Sin embargo, esperamos la presentación del informe de la autopsia completa para tener respuestas a algunas serias preguntas que tenemos sobre las acciones tomadas por el personal de la clínica de abortos, que llevaron a una mujer de 22 años a ser enviada a una temprana tumba. Esperamos que (el informe) nos diga también que le sucedió al bebé de la señorita Wilson".
En declaraciones difundidas el 29 de abril, la directora de difusión para afro americanos de Sacerdotes por la Vida (Priests For Life) Dra. Alveda King, sobrina del activista de los derechos civiles Martin Luther King Jr.,
Alveda King aseguró que Lakisha "fue masacrada y asesinada en la fábrica de abortos Preterm. Estoy rezando a Dios para que conforte a su familia y traiga justicia para todas las madres y sus bebés, todos víctimas del aborto".