JERUSALÉN,
"Que nadie instrumentalice el nombre de Dios para la violencia", llamó este lunes el Papa Francisco en el discurso que dirigió al Gran Mufti de Jerusalén, máximo líder religioso musulmán, y en el que también invitó a trabajar "juntos por la justicia y por la paz", reconocerse como hermanos y aprender "a comprender el dolor del otro".
El Papa dirigió este mensaje durante el encuentro que tuvo con el líder musulmán en la Explanada de las Mezquitas, el lugar sagrado islámico en Tierra Santa y que está a pocos metros del Muro Occidental o Muro de los Lamentos, el lugar sagrado de los judíos por ser donde estaba ubicado el Templo de Jerusalén.
Francisco agradeció la acogida de la comunidad islámica, pues sin este encuentro "mi peregrinación no sería completa", y recordó "la luminosa estela" dejada por Pablo VI hace cincuenta años en el que fue el primer viaje de un Papa a Tierra Santa.
En su discurso, el Santo Padre recordó la figura de Abraham, reconocido por cristianos, judíos y musulmanes –si bien cada uno de manera diferente-, "como padre en la fe y un gran ejemplo a imitar".
Francisco indicó que al salir de su casa, Abraham se hizo peregrino. "Un peregrino es una persona que se hace pobre, que se pone en camino, que persigue una meta grande apasionadamente, que vive de la esperanza de una promesa recibida. Así era Abraham, y ésa debería ser también nuestra actitud espiritual. Nunca podemos considerarnos autosuficientes, dueños de nuestra vida; no podemos limitarnos a quedarnos encerrados, seguros de nuestras convicciones".
"Ante el misterio de Dios, todos somos pobres, sentimos que tenemos que estar siempre dispuestos a salir de nosotros mismos, dóciles a la llamada que Dios nos hace, abiertos al futuro que Él quiere construir para nosotros", añadió.