VATICANO,
El Secretario de Estado Vaticano, Cardenal Pietro Parolin, celebró este jueves la Misa en el Santuario de la Virgen del Rosario de Pompeya (Italia), ante miles de fieles que cada 8 de mayo participan en la Súplica a la Virgen, y aseguró que "ningún problema, ningún temor, por muy fuerte y motivados que sean", pueden ahuyentar a la esperanza que se manifiesta con las obras nacidas de la caridad.
"Estamos en un lugar donde la caridad ha puesto su tienda y se ha instalado como elemento constitutivo de una historia de fe que sigue mirando hacia adelante empujada por la fuerza poderosa y humilde de su origen: aquí la oración, la corona del Rosario, de la que se hizo apóstol el fundador Bartolo Longo, ha calado en una realidad que hablaba de otras cosas. Hablaba de miseria y de abandono, de injusticia y abusos. El hombre era pisoteado en su dignidad y los pobres, los últimos de la fila, casi ni se consideraban", señaló el Purpurado.
En ese sentido, afirmó que la caridad ''ha abierto las puertas, más aún lo ha hecho de par en par, a la esperanza, dando vida a una nueva era. Ningún problema, ningún temor, por muy fuerte y motivados que sean, pueden ahuyentar una esperanza que se manifiesta, precisamente en este lugar, como algo concreto, hecha de obras que hablan el lenguaje de una caridad que transforma, construye y hace nuevas todas las cosas".
"Esto sigue siendo verdad aunque lo que hoy vivimos no nos ahorra ni dificultades, ni angustias, como la amenaza de una violencia siempre al acecho o las escasas e inciertas perspectivas de trabajo para nuestros jóvenes a los que, no sólo la crisis económica de estos tiempos, sino también retrasos de antigua fecha y de estructura, hacen difícil mirar al futuro con serenidad y confianza", indicó.
En su homilía el Secretario de Estado también explicó tres conceptos que pueden ayudar a entender lo que Cristo quiere decir a sus discípulos cada día.
El primero, indicó, es profesar nuestra fe. Para ello recordó la figura de Pedro, ''arrastrado por Jesús en una aventura más grande que él'', con sus temores y su frágil humanidad, pero que con la ayuda del Señor que manda el Espíritu Santo adquiere la gracia y la fuerza para anunciar el Reino de Dios.