VATICANO,
El Cardenal español Antonio Cañizares, enviado especial del Papa a Panamá para la ceremonia de clausura del año jubilar por el quinto centenario de la primera diócesis en tierra firme en América, definió a San Juan Pablo II y San Juan XXIII como "dos grandes colosos de la fe" en los que se observa la "pasión por el hombre, la defensa de la dignidad de la persona, la búsqueda de la unidad".
En declaraciones recogidas días antes de la ceremonia de canonización, el Purpurado recordó que el Papa polaco viajó por primera vez a España en plena transición, en 1982, y su visita supuso "una revitalización en una sociedad que caminaba a pasos agigantados hacia la secularización". "El Papa vino a recordarnos que el servicio de la fe es el primero que la Iglesia debe ofrecer a la sociedad", ha subrayado en una entrevista a la COPE recogida por Europa Press.
Por otro lado, de San Juan XXIII ha remarcado que con el Concilio Vaticano II produjo "la gran renovación de la Iglesia" haciendo "una llamada al mundo entero a la paz". Tampoco se pueden olvidar, según ha precisado, sus encíclicas 'Pacem in Terris' y 'Mater et Magistra', "una llamada a una doctrina social de la Iglesia que responde a los tiempos nuevos".
Para el Cardenal Cañizares, ambos Papas se movieron por un mismo impulso, "que la Iglesia esté presente en el mundo para decir a los hombres que verdaderamente son queridos por Dios y que hay un futuro para esta humanidad", una humanidad que, según ha precisado, en tiempos de Juan XXIII estaba bajo la guerra fría, bajo situaciones "muy difíciles", y en tiempos de Juan Pablo II, en la época posterior al Concilio.
"Era un Papa que venía del Este, ¡Y hay que ver la que armó el Papa Juan Pablo II! Cambió completamente el panorama mundial, precisamente por lo que hizo y lo que hacía ya como Arzobispo de Cracovia, que era defender y poner en el centro la persona", ha subrayado.
No obstante, ha puntualizado que "no" fue un Papa político sino "muy consecuente con aquello que anunciaba". Concretamente, ha recordado el día en que Juan Pablo II consagró la Catedral de la Almudena en Madrid, y dijo que "no se puede encerrar a la Iglesia dentro de sus propios muros".