ROMA,
La ceremonia de canonización de Juan Pablo II y Juan XXIII, que se celebrará el próximo domingo a partir de las 10:00 horas (hora local) en la Plaza de San Pedro del Vaticano, seguirá un rito simplificado y contará con las reliquias de sangre y piel de Juan Pablo II y Juan XXIII, respectivamente.
La misa en latín estará precedida por la coronilla de la Divina Misericordia, que se recita empleando el Rosario, y por cantos interpretados por los coros de Roma, Bérgamo, Cracovia y el coro oficial de la Capilla Sixtina.
El acto comienza con el canto de la Letanía de los Santos y, a continuación, el Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el Cardenal Angelo Amato, hace tres peticiones al Pontífice para que inscriba a los beatos –en este caso, Juan Pablo II y Juan XXIII– en el libro de los Santos. Primero lo pide con "gran fuerza", una vez más con "mayor fuerza" y, por último, con "grandísima fuerza".
A continuación, el Santo Padre ejercerá toda su autoridad como cabeza de la Iglesia universal a través de una oración: "En honor de la Santísima Trinidad, por la exaltación de la fe católica y el incremento de la vida cristiana, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo y de los santos apóstoles Pedro y Pablo, después de haber reflexionado largamente e invocado la ayuda divina y escuchando el parecer de muchos de nuestros hermanos obispos, declaramos santos a Juan XXIII y a Juan Pablo II".
Francisco continuará diciendo que les inscriben en el libro de los Santos y que establecen que sean venerados por toda la Iglesia. Y concluirá: "En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo".
Después, se llevarán hasta el altar los relicarios que contienen las reliquias de los santos, una ampolla de sangre en el caso de Juan Pablo II y un pedazo de piel desprendido durante la exhumación, en el caso de Juan XXIII. Concretamente, la reliquia de Roncalli la portarán familiares del santo, entre ellos, su sobrino, mientras que la del Papa Wojtyla será portada por personas cercanas a él, quizá por aquellas sobre las que obró el milagro.