En caso de que no se hayan enterado, la próxima semana se debatirá en el Senado del Estado de Colorado una propuesta de ley bastante preocupante. La propuesta de ley 175 (abreviada SB175 en inglés), promocionada como la "ley de libertad a la salud reproductiva", fue aprobada en uno de los comités del senado el pasado jueves por mayoría partidista. Les agradezco a todos los que acudieron a la audiencia a mostrar su oposición a esta propuesta.
Dicha propuesta de ley consiste en ser una pieza central y dominante de la legislación que básicamente eliminaría todo esfuerzo por aprobar legislación que afirmara el derecho a la vida en Colorado por siempre. Pero lo que es más, busca añadir el "derecho al aborto" en las leyes de Colorado. Las organizaciones en contra de la vida, como NARAL y ThinkProgress, han elogiado esta propuesta definiéndola como "ambiciosa" y "la primera en su clase" en el país. Esta propuesta quiere legalizar la cultura de la muerte e ignorar lo que la ciencia dice.
De aprobarse, esta propuesta impediría a los legisladores aprobar leyes en las que se requieren ultrasonidos, las cuales, como todos sabemos –específicamente gracias al trabajo realizado por la iniciativa de ultrasonido de los Caballeros de Colón aquí en Colorado–, han hecho tanto bien a las madres al proveerles crucial información sobre su embarazo, y por consiguiente, salvado las vidas de un sinnúmero de niños de una muerte inminente.
Así mismo, impediría regulaciones de sentido común, tales como un periodo espera (antes de un aborto), restricciones en píldoras abortivas (específicamente a menores de edad), y políticas de notificación a los padres. Los promotores de esta propuesta de ley están buscando que el "derecho al aborto" sea otorgado a niñas de hasta 10 o 11 años de edad o sin el consentimiento, guía o apoyo de sus padres. Los padres de familia son vistos como que no tienen lugar en la dirección moral de sus propios hijos.
Justo este pasado 11 de abril, el Papa Francisco mostro su firme apoyo a que los padres de familia decidan la educación moral y religiosa de sus hijos, al tiempo que manifestó su rechazo a "cualquier tipo de experimento educacional con los niños".
Acentuó que "los horrores de la manipulación educativa que hemos vivido en las grandes dictaduras genocidas del siglo XX no han desaparecido; conservan su actualidad bajo ropajes diversos y propuestas que, con pretensión de modernidad, fuerzan a caminar a niños y jóvenes por el camino dictatorial del 'pensamiento único'".