MADRID,
El Arzobispo de Palo (Filipinas), Mons. John Forrosuelo Du, , participó esta mañana en una rueda de prensa organizada por Ayuda a la Iglesia Necesitada, en la que ha explicado los efectos devastadores que el tifón Haiyán dejó en esta parte del archipiélago y cómo este fenómeno, a pesar de la destrucción, ha ayudado a los fieles a profundizar en su fe.
El tifón Haiyán ha sido el más potente de la historia, desde que se tienen datos registrados. Pasó por la zona central de Filipinas el pasado 8 de noviembre dejando más de 6.000 muertos y 3,8 millones de damnificados.
La principal ciudad de la diócesis de Palo, Tacloban, fue prácticamente arrasada por el tifón ya que el 80 por ciento de las infraestructuras quedó destruida.
"Después del tifón pensamos que la gente estaría enfadada con Dios y no querría ir a la Iglesia pero ha sido al revés, se ha aumentado el número de personas que van a la Iglesia. Incluso cuando llovía o soplaba el viento fuerte, a pesar de que las iglesias no tiene techo, los fieles seguían ahí con sus paraguas", explicó Mons. Forrosuelo Du.
Además ha subrayado que este tifón ha ayudado a tener más fortaleza. "Nos ha permitido vivir la Cruz para que nos acerquemos más a Él, en momentos buenos y malos", afirmó.
Sin embargo, el Arzobispo de Palo ha señalado que quedan pendientes tres grandes retos en su arquidiócesis. El primero es dar apoyo material y espiritual, el segundo es continuar con las acciones para normalizar la vida cotidiana, ayudando a los agricultores, ganaderos y a la pequeña y mediana empresa que ha perdido sus tierras y su forma de ganarse la vida. Y en tercer lugar, reconstruir las iglesias y capillas destrozadas. Un punto muy importante, según afirma Mons. Du, porque cerca del 95 por ciento de la población filipina es católica.