24 de noviembre de 2024 Donar
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Sacerdote denuncia drama de refugiados eritreos en Sinaí

Península de Sinaí. Foto: CIA

El Presidente de la Agencia Habeshia, Padre Mussié Zerai, ha invitado a los países a invertir en la cooperación internacional para paliar la tragedia del tráfico de personas en la zona en la península de Sinaí.

"Es posible prevenir el tráfico de personas si la comunidad internacional antes que nada trabaja para apagar los focos de conflictos armados que obliga a estas personas a abandonar sus países, si se resolvieran estos problemas de raíz sería la solución, pero mientras tanto, en los países de origen se pueden llevar a cabo acciones que hagan 'vivibles' los países de tránsito invirtiendo más dinero en la cooperación internacional para hacer más seguro el tráfico de estas personas", explicó el P. Zerai en una entrevista concedida a ACI Prensa en Roma.

El sacerdote eritreo participó el 6 de marzo en una conferencia de prensa titulada "El viaje desde Eritrea a Europa: Noticias de una emergencia humanitaria", moderada por el Director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Padre Federico Lombardi, y en la que también participaron Sor Azezet Kidane -misionera comboniana familiarizada con las víctimas-; la Presidenta de la ONG Gandhi, Alganesh Fessaha; y el Director de la Oficina de Coordinación de la Organización Internacional para la Migración (OIM) para el Mediterráneo, José Angel Oropeza.

Los ponentes denunciaron el drama de miles de personas obligadas a dejar sus países y sus familias y que intentan alcanzar Europa, convirtiéndose en víctimas de traficantes de seres humanos siendo obligados a sufrir violaciones, maltrato y tortura.

En el año 2013 más de 9.800 eritreos consiguieron alcanzar las costas italianas, se trata de emigrantes que, antes de enfrentarse al Mediterráneo en embarcaciones en condiciones precarias han arriesgado su vida en un viaje a través del desierto que ha puesto en peligro sus vidas para llegar finalmente al Norte de África donde, son secuestrados y torturados y vendidos como mercancía para el tráfico de órganos y de seres humanos.

Desde hace más de 20 años es disputa entre el estado de Eritrea y Etiopía los límites de sus fronteras, de manera que desde hace más de 15 años el régimen en Eritrea obliga a los ciudadanos a cursar el servicio militar desde los 16 años hasta la edad adulta de 50 años para preparase para el enfrentamiento, sometiendo a sus habitantes a una especie de guerra fría que ha hecho estallar el éxodo eritreo para la búsqueda de un futuro mejor.

El P. Zerai, quien llegó a Italia también como refugiado, desde el año 1995 trabaja en auxilio de los eritreos  y fue ordenado sacerdote en el año 2010.

El sacerdote denuncia que en su país no existe ningún tipo de libertad, "ni de prensa, ni religiosa, ni de movimiento… todos los derechos fundamentales de la persona son violados y los jóvenes son obligados a hacer el servicio militar prácticamente de por vida, y ese es el futuro del que escapan".

Para escapar de Eritrea los jóvenes "afrontan recorridos muy peligrosos, arriesgan su vida, porque no es legal salir del país, no tienen derecho al pasaporte y escapan de manera clandestina y pueden caer en el arresto, torturas, fusilamientos instantáneos".

Una vez que llegan a Sudán muchos de ellos son engañados por un cuerpo de policía falso que los cayendo manos del tráfico de personas, son vendidos como esclavos y para el tráfico de órganos y son llevados al Sinaí donde son torturados a la espera de que sus familiares paguen su rescate.

El rescate inmediato es la mayor de las suertes que pueden sufrir estos refugiados, en la mayoría de los casos pasan a una red clandestina de venta de seres humanos que recorre distintas cárceles en Egipto hasta llegar a la frontera con Israel. En el trayecto los eritreos son objeto de violentas e impensables torturas y violaciones.

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De los que pagan cantidades ingentes de dinero por jugarse la vida para llegar a las costas europeas en una barca en condiciones lamentable, "muchos mueren en el Mediterráneo, y más de 20 mil personas han muerto en el Mediterráneo en los últimos 10 años", lamentó.

Los que llegan a Europa, en lugar de ser asistidos por parte de los países de Europa, se encuentran sin ningún tipo de servicio o ayuda por parte de la comunidad internacional.

En diversas ocasiones el P. Zerai asegura haber recibido llamadas desde embarcaciones de inmigrantes perdidos a la deriva en el mar Mediterráneo. El sacerdote da el aviso a las autoridades marítimas maltesas e italianas, pero recuerda con dolor una de estas ocasiones –en el año 2011-, en el que una barca fue ignorada por parte de las autoridades a pesar de haber sido ubicada. Murieron 63 personas, entre ellos mujeres y niños, y actualmente hay una causa en curso para pedir responsabilidades.

"Para mí fue muy doloroso, porque fue visto por un helicóptero que les dio agua para beber y galletas, y después fueron abandonados, por 15 días estuvieron abandonados en el mar", lamentó.

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