ROMA,
El Presidente de la Agencia Habeshia, Padre Mussié Zerai, ha invitado a los países a invertir en la cooperación internacional para paliar la tragedia del tráfico de personas en la zona en la península de Sinaí.
"Es posible prevenir el tráfico de personas si la comunidad internacional antes que nada trabaja para apagar los focos de conflictos armados que obliga a estas personas a abandonar sus países, si se resolvieran estos problemas de raíz sería la solución, pero mientras tanto, en los países de origen se pueden llevar a cabo acciones que hagan 'vivibles' los países de tránsito invirtiendo más dinero en la cooperación internacional para hacer más seguro el tráfico de estas personas", explicó el P. Zerai en una entrevista concedida a ACI Prensa en Roma.
El sacerdote eritreo participó el 6 de marzo en una conferencia de prensa titulada "El viaje desde Eritrea a Europa: Noticias de una emergencia humanitaria", moderada por el Director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Padre Federico Lombardi, y en la que también participaron Sor Azezet Kidane -misionera comboniana familiarizada con las víctimas-; la Presidenta de la ONG Gandhi, Alganesh Fessaha; y el Director de la Oficina de Coordinación de la Organización Internacional para la Migración (OIM) para el Mediterráneo, José Angel Oropeza.
Los ponentes denunciaron el drama de miles de personas obligadas a dejar sus países y sus familias y que intentan alcanzar Europa, convirtiéndose en víctimas de traficantes de seres humanos siendo obligados a sufrir violaciones, maltrato y tortura.
En el año 2013 más de 9.800 eritreos consiguieron alcanzar las costas italianas, se trata de emigrantes que, antes de enfrentarse al Mediterráneo en embarcaciones en condiciones precarias han arriesgado su vida en un viaje a través del desierto que ha puesto en peligro sus vidas para llegar finalmente al Norte de África donde, son secuestrados y torturados y vendidos como mercancía para el tráfico de órganos y de seres humanos.
Desde hace más de 20 años es disputa entre el estado de Eritrea y Etiopía los límites de sus fronteras, de manera que desde hace más de 15 años el régimen en Eritrea obliga a los ciudadanos a cursar el servicio militar desde los 16 años hasta la edad adulta de 50 años para preparase para el enfrentamiento, sometiendo a sus habitantes a una especie de guerra fría que ha hecho estallar el éxodo eritreo para la búsqueda de un futuro mejor.