MADRID,
El Obispo de Córdoba (España), Mons. Demetrio Fernández, ha enviado su carta pastoral semanal titulada 'Camino de Roma', en la que explica su preparación para la visita ad limina y donde afirma que esta peregrinación a la Sede de Pedro confirmará a los obispos españoles en la fe.
Mons. Fernández recuerda que "Roma es el centro de la catolicidad de la Iglesia, porque allí llegó san Pedro para evangelizar y allí sufrió el martirio, dando el supremo testimonio de amor". "El gran obelisco de la plaza de San Pedro en el Vaticano fue 'testigo' de aquel martirio, por el que Pedro pudo decirle a Jesús: 'Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero'. Y se lo dijo con su vida y con su sangre. Para honrar ese sepulcro se han ido construyendo basílicas superpuestas, hasta la actual y majestuosa basílica de San Pedro en el Vaticano", explica.
El Obispo de Córdoba precisa que la tradición de visitar el sepulcro del apóstol Pedro se remonta a más de dos mil años. De ahí la visita ad limina de los Obispos al Papa en Roma, como sucesor de San Pedro. "Un signo de comunión eclesial con el que preside, en nombre de Cristo, a toda la Iglesia, porque el Papa, vicario de Cristo, Obispo de Roma, sucesor de Pedro, es 'el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los Obispos como de la muchedumbre de los fieles'", afirma.
"Ir a ver a Pedro es motivo de gozo para el Obispo y para toda la diócesis de Córdoba", explica. Además precisa que "sentir con el Papa es sentir con la Iglesia. Y esta relación con el Papa no es sólo externa, sino de corazón, con el deseo de secundar sus orientaciones, escuchar sus enseñanzas y obedecer su disciplina".
Explica que la visita ad limina va precedida de un informe completo del estado de la diócesis, más de mil páginas, donde se expone la situación de la diócesis, de sus fieles, de sus curas, sus seminaristas, sus seglares y religiosos, su vitalidad y sus obras, su caridad y su apostolado, sus esperanzas y dificultades. Algo que Mons. Demetrio Fernández explica como "dar cuenta al que nos preside en el amor de cómo andamos, para recibir de él las orientaciones oportunas, no sea que corramos en vano".
Uno de los objetivos es que "la visita ad limina vendrá a confirmarnos en la fe". "Acudimos con fe ante el sucesor de Pedro, ante el Obispo de Roma, vicario de Cristo, 'dulce Cristo en la tierra, como decía Santa Catalina de Siena, para poner a sus pies nuestro trabajo apostólico, el evangelio que predicamos, los frutos que cosechamos, las dificultades que encontramos, los proyectos que acariciamos, no sea que corramos en vano", afirma.