VATICANO,
En su discurso a los Obispos amigos del Movimiento de los Focolares, reunidos pare reflexionar sobre el tema "La reciprocidad del amor entre los discípulos de Cristo", el Papa Francisco recordó hoy la Carta Apostólica Novo millennio ineunte del Beato Juan Pablo II y exhortó a hacer de la Iglesia la casa y la escuela de comunión".
En sus palabras, el Santo Padre dijo que "la sociedad de hoy tiene una gran necesidad del testimonio de un estilo de vida que transparente la novedad que nos donó el Señor Jesús: hermanos que se quieren a pesar de las diferencias de carácter, proveniencia, edad. Este testimonio hace nacer el deseo de quedar envueltos en la gran parábola de comunión que es la Iglesia".
"Cuando una persona percibe que 'la reciprocidad del amor entre los discípulos de Cristo' es posible y es capaz de transformar la cualidad de las relaciones interpersonales, se siente llamada a descubrir o a redescubrir a Cristo, se abre al encuentro con Él vivo y operante, se siente impulsada a salir de sí misma para ir al encuentro con los demás y difundir la esperanza que recibió como don".
Con palabras del Beato Juan Pablo II, en la Novo millennio ineunte, el Papa señaló: "hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión: éste es el gran desafío que tenemos ante nosotros en el milenio que comienza, si queremos ser fieles al designio de Dios y responder también a las profundas esperanzas del mundo".
"Antes de programar iniciativas concretas, hace falta promover una espiritualidad de la comunión, proponiéndola como principio educativo en todos los lugares donde se forma el hombre y el cristiano, donde se educan los ministros del altar, las personas consagradas y los agentes pastorales, donde se construyen las familias y las comunidades".
El Pontífice resaltó que "'Hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión' es verdaderamente fundamental para la eficacia de todo compromiso en la evangelización, puesto que revela el anhelo profundo del Padre: que todos sus hijos vivan como hermanos; revela la voluntad del corazón de Cristo: que todos sean uno; revela el dinamismo del Espíritu Santo, su fuerza de atracción libre y liberadora. Cultivar la espiritualidad de comunión contribuye además a hacernos más capaces de vivir el camino ecuménico y el diálogo interreligioso".