VATICANO,
Esta mañana al celebrar la Misa por la Fiesta de la Presentación del Señor y la Jornada por la Vida Consagrada en la Basílica de San Pedro, el Papa Francisco subrayó que Jesús es quien lo mueve todo y atrae a sus hijos, lo jóvenes y los ancianos, a la comunión de la familia de la Iglesia.
En su homilía el Santo Padre explicó a los fieles el significado de la fiesta de la Presentación de Jesús al Templo, llamada también la fiesta del encuentro entre Jesús y su pueblo, cuando María y José llevaron a su niño al Templo de Jerusalén, dando lugar al primer encuentro entre Jesús y su pueblo, representado por dos ancianos Simeón y Ana.
"Aquel fue también un encuentro dentro de la historia del pueblo, un encuentro entre los jóvenes y los ancianos: los jóvenes eran María y José, con su recién nacido, y los ancianos eran Simeón y Ana, dos personajes que frecuentaban el Templo".
"Observemos qué dice de ellos el evangelista Lucas, cómo los describe: De la Virgen y de San José repite por cuatro veces que querían hacer aquello que estaba prescrito por la Ley del Señor. Se intuye, casi se percibe que los padres de Jesús se alegran de observar los preceptos de Dios, sí, ¡la alegría de caminar en la Ley del Señor! Eran dos recién casados, tuvieron su niño, y están animados por el deseo de cumplir aquello que está prescrito. No una acción de fachada, no es por cumplir la regla, ¡no! Es un deseo fuerte, profundo, lleno da alegría. Es aquello que dice el Salmo: 'Tendré en cuenta tus caminos. Mi alegría está en tus preceptos… Tu ley es toda mi alegría'", explicó el Papa.
"¿Y qué dice San Lucas de los ancianos? Subraya que estaban guiados por el Espíritu Santo. De Simeón afirma que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel y que el Espíritu Santo estaba en él; dice que el Espíritu Santo le había prometido que no moriría antes de ver al Mesías del Señor; y lo hizo al final dirigiéndose al templo conducido por el Espíritu".
El Papa explicó de Ana que era una profetisa, es decir, estaba inspirada por Dios; y que no se apartaba del templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones.