VATICANO,
"¿Sos capaz de gritar cuando tu equipo marca un gol y no sos capaz de cantar alabanzas al Señor? ¡Alabar a Dios es totalmente gratuito! No pedimos, no damos las gracias: ¡alabamos!", dijo esta mañana el Papa Francisco en la misa matutina celebrada en la capilla de la Casa Santa Marta.
Según señala Radio Vaticano y al comentar, en su homilía, la danza alegre de David al Señor de la que habla la primera lectura, tomada del Segundo Libro de Samuel, el Santo Padre dijo que "David danzaba con todas sus fuerzas delante del Señor". Todo el Pueblo de Dios estaba en fiesta porque el Arca de la Alianza volvía a casa.
La oración de alabanza de David, explicó, "lo llevó a salir de cualquier compostura y a bailar delante del Señor" con "todas sus fuerzas". ¡Esto era precisamente la oración de alabanza! –exclamó el Papa. Además, indicó que leyendo este pasaje, "pensé enseguida en Sara, después de haber dado a luz a Isaac. ¡El Señor me hizo bailar de alegría!", dijo la anciana.
Por esto, el Papa Francisco señaló que "para nosotros es fácil de entender la oración para pedir algo al Señor, también para dar gracias al Señor" o la "oración de adoración". Pero la oración de alabanza "la dejamos de lado, no nos viene espontánea", precisó.
Y de este modo lo explicó: "'¡Pero, padre, esto es para los de la Renovación Carismática, no para todos los cristianos!' No, ¡la oración de alabanza es una oración cristiana para todos nosotros! En la misa, todos los días, cuando cantamos el Santo. Esta es una oración de alabanza: alabamos a Dios por su grandeza, ¡porque es grande! Y le decimos cosas lindas, porque a nosotros nos gusta que sea así. 'Pero, padre, yo no soy capaz... Yo debo...' ¿Pero sos capaz de gritar cuando tu equipo marca un gol y no sos capaz de cantar alabanzas al Señor? ¿De salir un poco de tu compostura para cantar esto? ¡Alabar a Dios es totalmente gratuito! No pedimos, no damos las gracias: ¡alabamos!"
Debemos rezar "con todo el corazón" y afirmó que "es un acto de justicia, ¡porque Él es grande! ¡Es nuestro Dios!" David, recordó el Santo Padre, "era muy feliz, porque volvía con el Arca, volvía con el Señor: también su cuerpo rezaba con esa danza".