ROMA,
La Hermana Mercedes Guaita, es una de las religiosas que compartió un mate con el Papa Francisco durante su reciente visita a la Basílica del Sagrado Corazón de Roma, y asegura que el Pontífice es tan cercano, que por unos instantes olvidó que se trata del sucesor de Pedro.
"Estábamos tomando el mate, y el Papa nos hizo sentir como en casa, como si fuera el Obispo de tu diócesis, preocupado por la evangelización y porque todos conozcan a Jesús. Pero en realidad, era el mismo sucesor de Pedro en la tierra", explicó la Hermana Mercedes emocionada en una entrevista concedida a ACI Prensa.
El pasado 19 de enero por la tarde el Papa Francisco encontró a un centenar de jóvenes refugiados en la Basílica del Sagrado Corazón de Roma con motivo de la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2014.
Allí trabaja desde hace varios años la Hermana Mercedes, de la comunidad de las Misioneras de Cristo Resucitado, en colaboración con los hermanos salesianos y otros fieles laicos.
Durante la visita el Papa celebró la Misa, y después se reunió con los salesianos y las misioneras en privado. El Santo Padre conocía a la religiosas de años atrás, cuando en Argentina, todavía era el Arzobispo de Buenos Aires.
"¡Estuvo muy bueno! Después de la Misa el Papa nos dijo: 'Hubo una cosa sola que no funcionó'. Todos nos quedamos muy serios y en silencio, y entonces saltó: '¡Que la Hermana Mariana no me invitó un mate!'", cuenta la Hermana Mercedes entre risas.
Después de la simpática petición, las religiosas no tardaron en invitar al Pontífice a la bebida -muy extendida por en Argentina-, y mientras, compartieron un rato de chistes con el Pontífice.
Durante la charla el Santo Padre las animó a aplicar los preceptos que describe en su primera Exhortación Apostólica, Evangelii Gaudium (La Alegría del Evangelio).
"Hay que trabajar mucho para llegar a cumplir la exhortación. Reúnanse con los grupos, léanla bien para ver cómo pueden aplicarla", recordó el Papa Francisco.
Después de este momento, el párroco del Sagrado Corazón -Don Valerio Baresi-, y algunos niños, acompañaron al Papa y se reunieron con 60 amigos de la parroquia -personas sin hogar-, y con un grupo de 100 jóvenes refugiados y algunos representantes de los voluntarios.
El Santo Padre reconoció entre ellos a un somalí musulmán llamado Aweis, a quien conocía de su visita al Centro Jesuita para el Refugiado en Roma, el Centro Astalli, durante el septiembre pasado.
"¡Ya nos hemos visto en dos ocasiones, tiene que haber una tercera!", exclamó el Pontífice dirigiéndose al refugiado.
El muchacho se hizo una fotografía con Papa y terminada la visita, bromeando, dijo al dueño del hotel en el que trabaja: "¿Ha visto? ¡Me ha saludado el Papa, ya soy más importante que usted!".
El Pontífice también tuvo tiempo para saludar a los niños bautizados y los padres, los recién casados, las familias jóvenes, y distribuir el Sacramento de la Eucaristía y la Reconciliación.
"Fue un encuentro muy lindo. Todavía no nos lo creemos. ¿Qué querrá Dios de nosotros? El Papa nos visitó y nos hizo vivir un modelo de Iglesia que vive entre los jóvenes, los enfermos, los niños, cercana al pueblo, incluso a los no cristianos. Qué gran bendición", concluyó la Hermana Mercedes.
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